3. Presentimiento.

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Al entrar a la escuela siempre se podía observar la estatua de la salvadora.

El nombre de aquella mujer de piedra, cuya anatomía se elevaba a la entrada, era Fernanda. Ella fue un guardia alguna vez; la primera guardia mujer en la historia espacial. Junto a su escuadrón, intentaron luchar con todo para evitar la huida de los presos de las lunas A1 y B2, logrando ganar La Batalla de las Dos. Pero al pasar los años la telaraña de la venganza termino con ella, luego de la batalla, fue asesinada por algunos ex-convictos en Eganea. Por sus grandes obras de valentía, el respeto que se guarda a su memoria en todas la lunas, es realmente grande.

La estatua por alguna razón siempre ocupaba la atención de Emma, pero esta vez paso desapercibida, por los extraños pensamientos que acechaban en su cabeza.

Aquellos pensamientos volaron repentinamente con la llegada de una voz amiga, que ella conocía muy bien desde niña.

- Emma, ya es receso -dijo la joven.

- Lo sé, llegue tarde de nuevo. No me culpes -susurró y luego expiró todo el aire que había contenido desde el ingreso. - Nataly, debo contarte algo...

- ¿Eh?, ¿pasó algo malo? -

- Tuve un sueño, en el que todos moríamos -

El ambiente se torno pesado por un momento, pero las palabras de Nataly aplastaron aquella barrera.

- Sólo fue un sueño -dijo.

A pesar de ser una escuela pequeña, la estancia de la entrada - la principal - permitía el libre movimiento de grandes grupos de alumnos. Aquello favorecía al desarrollo de la aislación de Emma, ya que era tímida.

Las cosas siguieron su curso por el resto del día; las clases se dictaban como siempre, y el típico conversatorio de los alumnos en las última fila perduraba. Todo fue normal hasta esa noche, la noche donde todo comenzó.

Pero aquella tarde pasó algo aun más curioso.

Las Varas De BellDonde viven las historias. Descúbrelo ahora