Capítulo uno.

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Tan solo habían pasado algunos días desde que la heroína había recibido esa desagradable noticia, desde entonces se sentía realmente fatal, pésima

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Tan solo habían pasado algunos días desde que la heroína había recibido esa desagradable noticia, desde entonces se sentía realmente fatal, pésima. Durante esos dos años que llevaban como pareja se creó una burbuja en la que ellos estarían juntos por siempre, pero desde aquella noche esa esperanza que ella tenía parecía haberse esfumado.

Y aunque por más que intentara volver a tocar el tema con él para evitar un adiós, éste simplemente evitaba la plática a toda costa. Parecía decidido.

—¡Ganamos! —exclamaron al unísono, chocando​ sus puños tal y como acostumbraban a hacer, desde que se conocieron, al finalizar cada batalla.

—Nos vemos en la noche para patrullar minino. —se adelantó a hablar la moteada, moviéndose con coquetería hacía el de traje negro para terminar plantándole un beso en los labios; un mágico momento del cual jamás se aburrirían, el cual iban a extrañar ambos.

—Nos vemos donde siempre Mi Lady. —prosiguió el felino, besando delicadamente​ sus nudillos para finalmente salir corriendo de ahí con ayuda de su arma de combate.

Ella, como casi siempre, se quedó con el sujeto que acababan de desakumatizar para tranquilizarlo y animarlo un poco.

[...]

—Vamos mujer, tienes que comer al menos un poco más. —pidió una chica de cabello castaño con puntas rojizas—, no te has estado alimentando bien últimamente​, ¿qué te pasa?

—Nada, nada. —negó Marinette, moviendo sus manos de un lado a otro frente a su rostro—. No se preocupen.

—Entonces come pequeña. —enunció su amigo Nino. Ella sonrió de lado y nuevamente sujetó su tenedor para volver a su ensalada algo desanimada. No tenía hambre, se había esfumado, pero quería complacer a sus amigos.

Alya volteó a ver a su pareja algo preocupada, su mejor amiga tenía ya un poco más de una semana sin estar alimentándose bien y la notaba algo decaída; Nino se encogió de hombros y torció la boca.

Marinette juntó sus manos y recargó sus codos sobre la mesa pequeña. Su mirada se tornó cristalina y se quedó sonriente.

—¿Entonces ya escogieron fecha para la boda? —Preguntó curiosa, cambiando de tema.

—Eh... Bueno, de hecho sí. —contestó alegre. Alya sujetó la mano de su prometido algo ruborizada—. Pensamos que sería lo mejor casarnos dentro de unos ocho meses.

—Queremos que no falte nada para boda —continuó el moreno—, más que nada que nos dé tiempo de organizar bien todo.

—Me alegro mucho por ustedes dos, chicos. —Enunció la azabache después de tragar su saliva con dificultad. Realmente le alegraba la felicidad de sus amigos, sin embargo no podía evitar sentirse desanimada; anhelaba llegar a eso con su gatito, y al enterarse de la maldición sobre la que alguna vez les contó Fu, lo vio todo perdido...

Together [Ladynoir].Donde viven las historias. Descúbrelo ahora