Capítulo cuatro: «La verdad»

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Giró su cuerpo hacia el lado derecho de la cama, acercándose más a la dama de origen italiano

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Giró su cuerpo hacia el lado derecho de la cama, acercándose más a la dama de origen italiano. Se quedó viendo por algunos segundos como su lacio cabello cubría parte de su rostro y sólo dejaba ver su pequeña y fina nariz, y sus labios entre abiertos. Hubiese deseado que ella fuese otra persona, tal vez una parisina de un moteado traje rojo.

Se aseguró una vez más de que no estuviese despierta, y con sumo cuidado se levantó de la cama. Cubrió bien a la chica y, aunque ésta no pudiera verlo, le sonrió tiernamente.

Habían transcurrido ya dos semanas desde su llegada y para el rubio la chica de piel canela se había vuelto alguien importante en su vida. Una gran amiga.

Y aunque no le pudiera contar mucho sobre él, aparte de Plagg, era la persona más cercana que tenía en esos instantes ya que su padre únicamente se la pasaba trabajando. «Típico» pensaba.

—Andando Plagg. —Llamó a su kwami mientras se ponía su bata de dormir y caminaba a paso lento a la terraza, girando su cabeza de un lado a otro, asegurándose de que no lo vieran.

—¿A dónde vamos a estás horas de la madrugada? —Se quejó el negruzco, tallando sus ojos con sus diminutas manos para así aclarar​ su vista—. ¿Ya se arrepintió el gato y quiere regresar con su bicho?

—Cierra la boca. Sabes que por mí lo haría. —Contestó de mala gana, cruzándose de brazos y saliendo de la habitación. Plagg rodó los ojos y le siguió el paso como pudo.

—Pues yo veo que seguimos con los locos de los Montoya, Montero, Monti... —Siguió molestándolo sin dejar de reír. Por su parte, Adrien empezaba a perder la paciencia, no era un tema del cual le fuera fácil hablar, menos bromear.

—Monti. —Corrigió, frotando la palma de su mano contra su frente, hasta que volvió a recordar la razón por la que salió y suspiró—. Mejor no perder tiempo, quiero regresar a dormir pronto porque mañana saldremos de nuevo. Plagg transforme moi!

Cuidando que ninguna de las cámaras de seguridad lo tomara por sorpresa, salió corriendo sin tener algún destino fijo. Sólo era él.

Una luz lo cegó por algunos instantes, y por instinto lo obligó a esconderse también. Se asomó y pudo ver a un sonriente niño pequeño asomado por su ventana con una cámara, se maldijo internamente por ser tan descuidado.

Siguió observando la escena sin que su contrario se diera cuenta y vio a una mujer de cabello castaño, ojos verdes y piel morena acercarse al pequeño, juraría haberla visto antes, fue ahí cuando la recordó, se trataba de Lila Rossi, su ex compañera de escuela; vaya que le había ido bien, al parecer había formado una familia.

La mujer le pidió la cámara al niño y la guardó en un mueble donde, supuestamente, el pequeño no alcanzaría; abrigó muy bien a su hijo, besó tiernamente su frente y se fue.

El héroe se sorprendió demasiado, sí bien nunca se dedicó a conocer a Lila pero sabía que en el fondo era más que lo que alguna vez dijeron de ella: mentiras.

Together [Ladynoir].Donde viven las historias. Descúbrelo ahora