Capítulo 10

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Clarke deseaba que las horas pasasen más rápido, queria que su amada Lexa abriera esos hermosos ojos verdes, y sonriera perdiéndose en los de ella nuevamente. Sentia temor, ya que tendría que haberse despertado a esas alturas, pero esos ojos aun ceguían cerrados.

La operación había llevado algo más de cinco horas, muy intensas, en una intervesión muy delicada. Su madre, la doctora Griffin, había podido extraer el tumor sin problemas, y no había evidencia alguna de ramificación, lo que la había alegrado en parte. Pero su madre le había informado que el despertarse dependía pura y exclusivamente de Lexa, no podían inducirla a hacerlo, podria ocacionarle algun daño y no querian correr ningun riesgo.

También se había quedado pensando en lo que ocurrió en esos últimos segundos antes que la anestecia hiciera efecto en Lexa, cuando estaba contando en forma regresiva y de repente sus verdes ojos se clavaron en esa enfermera que se había parado a su lado, y en vez de decir "cuatro" dijo en tono más elevado "COS...". No podía comprender bien qué era, pero su mente circulaba alrededor de esas tres letras, y también de esa particular enfermera "Gabrielle", que era quien se había parado a su lado durante todo el tiempo de la intervesión.

Había notado también por momentos como miraba a Lexa, con una dulzura muy profunda, casi como la de ella hacia la morena, y esos ojos azules/grises que expresaban tanto y no dejaban de sonreir.

Pero sus pensamientos se focalizaban nuevamente en el porqué demonios Lexa aun no se despertaba...? Aparentemente todo estaba bien en los funcionamientos de su cuerpo, no había una clara razón para que no despertara aun. Pero su madre le había explicado que a veces era así, que a veces las funciones cerebrales tardaban en recuperar la normal funcionalidad, y que en una especie de protección automática, mantenia ciertas facultades dormidas.


Habían transcurrido seis horas desde que la operación había terminado, las cuales Clarke no dejó ni por un instante de velar por el amor de su vida. Eran como las once de la noche, y su estómago le pedía algún alimento, no había probado bocado desde el desayuno, que no había sido mucho que digamos. Habló con la enfermera para avisarle que iria a la cantina a comer algo, y que cualquier cosa le avisara de inmediato.

Caminaba por los pasillos casi vaciós del hospital, frotándose el rostro cansado y algo estresado y preocupado. Sentia que necesitaba despejarse un poco, tratar de tranquilizarse. Al llegar a la cantina obviamente estaba cerrada, pero uno de los guardias nocturnos la había ayudado a hacerse un sandwich con algo de queso, que encontró el la gran heladera en la cocina, y un cafe, lo cual agradeció infinitamente. Luego se sentó en la mesa junto a una de las ventanas que daban a la calle. Sólo ella se encontraba en el gran salón.

Comia su sandwich casi a la fuerza, le era difícil pasar comida por su garganta realmente. Su mirada estaba perdida en la oscuridad de la noche, de esas luces de la ciudad allá afuera, cuando una dulce voz, ya algo familiar la interrumpió en sus miles de pensamientos....

- Hola Clarke....


Clarke elevó sus ojos para encontrarse con esos azules/grises de la enfermera Gabrielle, quien la miraba con esa particular sonrisa, mientras una de sus manos estaba apoyada en su hombro derecho. No sabía bien porqué, pero cada vez que esa extraña mujer se presentaba, un escalosfríos corria por su espalda. Por unos segundos se quedó mirándola sin decir palabra, hasta que pudo reaccionar....

- Oh... Gabrielle, verdad?

- Sí... veo que has tenido suerte y has podido conseguir algo de comer...

- Bueno, gracias a Peter que me dió acceso a la cocina y pude hacerme un sandwich, pero si gustas la mitad es toda tuya.... a mi me cuesta tragar bocado....

FROZEN - Parte I [completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora