Capítulo 3

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Esa mañana en Paris caía una fina lluvia, bastante inusual en verano. Era como si el clima estuviera de luto por el psicópata que anda suelto en la ciudad. Eso pensaba Louis Calois que no era precisamente un romántico, pero se sentía terriblemente abatido. Dejó de observar por la ventana y volvió a la gran pizarra que había colocado al frente de la serie de escritorios de los oficiales asignados al caso. En ella se veía a primera vista una imagen de las tres víctimas, tres mujeres completamente distintas entre ellas.

Lynette Melies era rubia platinada, tenía tenía veintinueve años y era cantante en una banda de rock punk. Tatuajes en su brazos permitieron identificarla luego de que el asesino escarbara su cara y le colocara una máscara de hierro en lugar del rostro. Ella sostenía un micrófono esculpido en el mismo material de la máscara con forma de mujer y había sido emplazada en el escenario de un bar llamado "Bond Street", en donde solía interpretar ocasionalmente.

Madeleine L'ermithe era una ama de casa, de treinta y dos años con cabellera castaña y una sonrisa soñadora. Tenía dos hijos mellizos y un marido que todos los días iba al precinto a saber noticias sobre su caso. "Lamentable" eso decía a los pies de ella en un soporte hecho en yeso blanco. Su cuerpo había sido completamente enyesado arodillado con las manos sobre la cabeza en gesto desesperado. Incluso el cabello había sido alborotado en una pose como si el viento lo hubiera soplado. Había sido emplazada en el el patio de juegos de la escuela de nivel inicial de los mellizos de la mujer. El liceo Jules Verne.

Adeline Marchant era una pelirroja empresaria que parecía sacada de una tira televisiva. Tenía treinta y cinco años y fue encontrada en su oficina sentada a su portátil con el torso seccionado de sus miembros y unidos por clavos de nueve pulgadas de hierro. Ella había sido clavada a la silla y la portátil al escritorio. Sus brazos habían sido rodeados con alambres de puas y lo mismo sus piernas. Soltera, con varios candidatos no podía frecuentar círculos mas diferentes que los de las otras dos víctimas.

—Nada. No puede ser posible. ¿Cómo un criminal podía actuar con tanta impunidad? — Louis Calois dio un sorbo a su café y se rascó el parche de nicotina que tenía en el antebrazo. Era una mala época para dejar de fumar, se dijo así mismo. Sentía que en el proceso había envejecido veinte años. Se quedó mirando la pizarra con los datos de las víctimas. No tenía un móvil, no tenía un común denominador. No tenía nada. Solo datos para cotejar al infinito.

Su celular comenzó a sonar y la llamada le sobresaltó. No reconocía el número. Sin embargo nunca dejaba de atender. "Quizás sea de la prensa".

—Bonjour ¿Louis Calois? — Dijo una voz femenina con acento americano. Su pronunciación era perfecta pero como de audioclase. El esmerado esfuerzo en pronunciar la delataba.

—Si, es mi celular, si esto es una broma....— comenzó a quejarse el detective.

—Nada mas lejos de una broma. Mi nombre es Maura Isles, doctora Maura Isles. Soy jefa del departamento de forenses de Boston y, bueno su colega el doctor Henri Arditti me facilitó su número telefónico. No se como decir esto sin que suene desquiciado. ¿Podriamos reunirnos en algún momento? Creo que sería mas fácil en persona.

Calois estaba exasperado de las dudas en el discurso de la supuesta doctora y no tenía tiempo para perder con mujeres en ese momento. Si Henrí creía que una cita era lo que el necesitaba, estaba muy equivocado. Ya lo agarraría y se lo haría saber.

—Mire señorita no me interesa tener una cita con usted.

—No espere usted no...— Maura no terminó de hablar que el detective le colgó el teléfono.

Maura estaba perpleja. Miró a Jane y tartamudeó:

—Louis Calois piensa que quiero una cita con él, como en cita romántica ¡Jane!. — Gritó la médica forense frustrada. Jane por su parte no podía contener la risa y le dijo:

Paris Match: A Rizzoli & Isles FanficDonde viven las historias. Descúbrelo ahora