Capítulo 2 - El Bar de las Hadas

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El día después de haber encontrado el diario, las historias que este contenía no me salían de la cabeza.

Después de salir del trabajo, mi curiosidad tomó el volante, como era habitual, y decidí visitar un lugar llamado en el libro de Bar de las Hadas, que no quedaba muy lejos de mi oficina. Según lo que había leído, este se situaba junto al Arco de la Puerta Nueva, en Braga, debajo de una tienda que ya había albergado a varios negocios y que ahora era una pastelería.

A primera vista, era similar a todos los otros negocios de su tipo, con una pequeña terraza en la calle, una vitrina llena de pasteles y otros dulces y un balcón con una máquina de café y otra parafernalia que se encontraba en cualquier snack bar.

Entré, me senté en una de las mesas, entre otros tres clientes, y pedí un café y un pastel. Quería ganar tiempo para estudiar el lugar más detenidamente y ver si había un fondo de verdad en lo que tenía leído en el diario. De hecho, la puerta que supuestamente daba acceso al Bar de las Hadas estaba en el sitio esperado, pero podía haber sido sólo una coincidencia o simplemente se inspiraron en ella.

Durante el tiempo que estuve allí sentado, no pasó nada de extraordinario. Me pareció, en todo, una pastelería normal. Por fin, impaciente, pagué y me dirigí al baño, que quedaba junto a la puerta misteriosa. Sin embargo, al pasar junto a esta, hice caso omiso a la señal roja que decía "Acceso Restringido" y la abrí. Del otro lado, encontré una escalera que descendía hasta perderse en la oscuridad.

No entré de inmediato. Estaba esperando a que alguien me llamara la atención, que me dijera que no podía estar allí. Sin embargo, nadie lo hizo, y empecé a bajar.

Unos diez escalones después, la puerta se cerró detrás de mí, dejándome a oscuras. No había planeado aquello, por lo que no tenía conmigo mi fiel linterna. Tuve que recurrir a la del móvil.

Bajé durante lo que me parecieron largos minutos. Finalmente, llegué al fondo, donde encontré una segunda puerta. Esta en poco difería de la primera. Hasta tenía una señal roja que decía "Acceso Restringido". Una vez más, hice caso omiso y abrí la puerta. Ese instante fue el más importante de toda mi vida. En aquel momento no lo sabía, pero mi mundo, mi universo, nunca más sería el mismo, ya que fue entonces que me di cuenta que todo lo que estaba en el cuaderno que había encontrado era verdad.

Del otro lado de la puerta, había un bar, como había leído. La decoración era moderna, con sillas y mesas de metal y vidrio y paredes blancas, lisas y limpias. Sin embargo, era allí donde terminaban las similitudes con los bares de la superficie.

Su clientela estaba formada por extraños seres, algunos de los cuales ni en mis sueños más surreales me los había imaginado.

Muchos eran humanoides, aunque los más bajos ni me llegaban a las rodillas y los más altos tenían el doble de mi estatura, con tonos de piel que variaban del blanco más puro hasta el negro más oscuro, pasando por el gris y el morado. Garras y cuernos también eran comunes.

Luego, había otros que eran casi imposibles de describir. Masas de tentáculos con un pequeño cuerpo esférico entre ellos; mezclas de diversos animales; cuerpos largos con múltiples patas.

En grupos, los clientes hablaban y consumían el contenido de tazas en forma de lágrima, que consistía exclusivamente en un líquido claro como el agua.

El nombre Bar de las Hadas debía haber sido creado por el autor del diario, ya que la mayoría de esas criaturas no se adaptaba a la imagen popular de las hadas (aunque había allí algunos seres humanoides diminutos con alas de insecto).

Por lo que había leído, mi predecesor no se había quedado mucho tiempo en el bar ni había intentado hablar con los clientes. Mi curiosidad, sin embargo, era más fuerte que la suya.
Aprensivo, pasé a través del bar hasta el balcón. Como el resto de los muebles, este estaba hecho de metal y vidrio, sin embargo, detrás de él, no había estantes con filas de botellas, como estaba acostumbrado a ver. De hecho, toda la bebida parecía tener un solo origen: del techo, brotaba un hilo de agua que caía en una conducta de piedra, sobre el balcón, que la llevaba hasta cerca del empleado.

Brujas de la NocheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora