Mis primeros intentos de encontrar las Brujas de la Noche habían sido infructuosos. Aún habían otras anotaciones en el diario que todavía podía explorar, pero, durante una hora de almuerzo, recordé otro lugar donde podría encontrar más información.
La primera vez que me encontré con Henrique Cerqueira, él me comentó acerca de otro lugar donde se reunían las extrañas criaturas que habitaban debajo de nuestros pies en Braga. Su ubicación fue probablemente la única cosa buena que obtuve de haber conocido a ese hombre.
Así, unos días más tarde después del trabajo, me dirigí a la tienda china, una de las más grandes de la ciudad, bajo la cual se encontraba el local. Aparqué el coche en el estacionamiento subterráneo y, de inmediato, empecé a buscar la rejilla de drenaje que me llevaría a los túneles de abajo.
La encontré escondida detrás de una columna, como Henrique me había indicado. De hecho, no había forma de equivocarse. Era la única a través de la cual un hombre adulto podía pasar, por lo menos si no fuera muy gordo.
Yo había ido preparado con una pata de cabra y, con ella, retiré la pesada reja de hierro con relativa facilidad. Después, bajé hacia el interior del túnel de drenaje.
Arrastrándome, empecé a bajar por el estrecho e inclinado paso. Al principio, estaba cubierto con cemento, pero este rápidamente dio lugar a tierra y barro. Afortunadamente, me puse ropa informal antes de salir del trabajo.
El túnel mantenía la misma dirección en toda su extensión y no tenía ninguna bifurcación, por lo que, con la ayuda de mi linterna, no fue difícil llegar al otro extremo.
Cuando salí del pasadizo, me encontré en un nuevo túnel, mucho más grande que el anterior. Debía tener unos dos metros y medio de altura y otros tantos de ancho, por lo que podía caminar fácilmente a través de él. A diferencia de los pasillos alrededor del Bar de las Hadas, el suelo, el techo y las paredes eran de tierra, barro y piedra, con vigas de madera aquí y allá para reforzar los puntos más críticos.
Apunté mi linterna hacia las dos direcciones que el túnel seguía, pero no pude ver ninguno de los extremos. Siguiendo las indicaciones de Henrique Cerqueira, avancé hacia el este.
Durante casi diez minutos, no vi más que paredes y oscuridad, hasta que, por fin, avisté la puerta que buscaba. Esta era tosca, hecha de troncos de árboles unidos con clavos y cuerdas que la sujetaban a una viga haciendo el papel de bisagras.
Cuidadosamente, la empujé lo suficiente como para pasar. Lo que encontré del otro lado no podía ser más diferente del Bar de las Hadas.
Al igual que el túnel detrás de mí, éste se trataba de un espacio abierto en el subsuelo con refuerzos aquí y allí. El mobiliario era tan tosco como la puerta, y lo mismo se podía decir de la clientela. Criaturas deformes, sucias y con expresiones poco inteligentes bebían de jarras de barro no muy limpias. La mayor parte era más grande y musculosa que yo, aunque unas criaturas de piel verde apenas me llegaban a la cintura. Nunca había visto a ninguna de aquellas razas en el Bar de las Hadas. Henrique había llamado a aquel lugar Taberna de los Encantados, pero ahora era obvio que se trataba de un apodo jocoso, pues no había allí ningún encanto.
Al contrario de lo que había sucedido en mis visitas al Bar de las Hadas, mi entrada no ha pasó desapercibida. Todos los ojos se posaron en mí. ¿Es que no estaban acostumbrados a humanos, o a extraños en general?
Tratando de mostrar confianza, avancé hasta el balcón
- ¿Qué quieres? - preguntó el tabernero, una enorme criatura de piel marrón con la cara deformada.
- ¿Qué tiene?
Él señaló hacia estantes desvencijados en la pared detrás de él, donde se encontraban varias botellas sucias con contenidos de color extraño. Elegí el que me pareció menos desagradable, y la criatura me lo sirvió en un jarro.
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Brujas de la Noche
FantasyPocos lo saben, pero, debajo de nuestras ciudades, en medio de los bosques y montañas y hasta bajo el océano, hay otro mundo, un mundo lleno de magia, lugares fantásticos y criaturas mitológicas e imaginarias. Por casualidad, me enteré de él, y mi c...