Capítulo 9 - Trasgos Citadinos

14 4 7
                                    

Una vez más, una noticia en un periódico local despertó mi curiosidad. Esta reportaba una serie de extraños accidentes de auto en la ciudad de Braga. Todos ellos habían ocurrido cerca del lugar donde los coches estaban estacionados durante la noche y mostraban señales de sabotaje, generalmente frenos cortados. Ya había más de una docena de muertes. Según la noticia, la policía creía que los responsables eran uno o varios vándalos, pero aún no había encontrado ninguna pista, indicio o testigo que le ayudara a identificarlos.

En otros tiempos, estaría inmediatamente de acuerdo pero, después de todo lo que había visto en los meses anteriores, me pregunté si la causa no sería otra, algo asociado al otro mundo que yo había descubierto. Por lo tanto, una noche en que salí tarde del trabajo, decidí hacer una ronda por la ciudad.

Caminando, recorrí todas las calles en las que los coches solían permanecer estacionados durante la noche, atento a cualquier movimiento debajo de ellos. Durante la primera hora, no vi más que uno que otro animal callejero. Sin embargo, cerca de la media noche, vi a un extraño bulto negro debajo de un Ford Fiesta. Si no hubiera visto criaturas extrañas antes, podía haber pensado que se trataba de un gato, pero había algo en la forma de aquella sombra que no parecía animal.

Me acerqué. Lentamente, me agaché y, encendiendo rápidamente la linterna, me asomé debajo del coche. Lo que encontré, realmente no fue un gato, sino un trasgo, como los que había ayudado a liberar de la casa de los Cerqueira. Estaba, claramente, intentando romper parte de las tuberías y cableado en la parte de abajo del coche.

Alarmado, intentó huir. Lo agarré por un brazo. Si lograra capturarlo, tal vez podría encontrar a alguien que supiera comunicarse con él y descubrir por qué estaba haciendo eso. Sin embargo, el trasgo me mordió la mano, obligándome a soltarlo. Aún así, corrí detrás de él pero, usando sus cuatro extremidades, era mucho más rápido que yo. Lo perdí, por fin, cuando subió la pared del terreno adyacente a una de las torres medievales de la ciudad. Además de ser demasiado alta para yo subir, se trataba de una propiedad privada habitada, que yo no me atrevía a invadir.

El encuentro, sin embargo, no fue infructuoso. Cuando agarré el brazo de la criatura, me di cuenta de que éste tenía una marca en forma de círculo con una C invertida grabada en la piel. Decidí, entonces, ir al Bar de las Hadas a buscar a Alice con la esperanza de que ella supiera de qué se trataba y eso me diera alguna pista sobre el origen y objetivos del trasgo.

Como esperaba, y como en casi todas mis visitas al Bar de las Hadas, encontré a Alice sentada en el balcón. Me senté a su lado. Después de nuestra aventura en la casa de los Cerqueira, ella ya no parecía tan resentida con nuestro primer encuentro, por lo que no tuve dificultad en iniciar la conversación. Después de los saludos iniciales, le hablé de los accidentes, las muertes, de mi vigilia y de mi encuentro con el trasgo.

- He oído hablar de esos accidentes - dijo ella. - Casi todos los coches se estrellaron en sitios habitados por algunas de nuestras razas más pequeñas. El que derribó la pared del Palacio de los Biscainhos destruyó toda una comunidad de hadas que hicieron su casa en el interior hueco. Marta, el hada que nos acompañó a la quinta de los Cerqueira, perdió a toda su familia. Que haya sido un trasgo la causa de los accidentes puede ser una revelación importante.

Me quedé en silencio durante un instante, intentando comprender lo que acababa de oír. Las muertes podrían haber sido solamente daños colaterales de alguien tratando de disimular atentados contra las hadas como accidentes. Sin embargo, esto no redujo mi deseo de encontrar al responsable, sino al contrario.

Luego le conté a Alice sobre la marca que vi en el brazo del trasgo. Ella me miró con una expresión grave.

- Yo ya he visto esa marca antes - dijo ella. - En los trasgos que liberamos de la quinta de los Cerqueira.

Brujas de la NocheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora