La inspiración para esta investigación surgió de forma bastante inesperada. En una noche de Halloween, mi hija me convenció a mí y a su madre a ir a un evento anual en el Palacio de los Duques, en Guimarães. Allí, una compañía había transformado el palacio en una casa embrujada, llena de monstruos, fantasmas y sustos. Fue el final del espectáculo, sin embargo, lo que más captó mi atención. Se trataba de la puesta en escena de un exorcismo supuestamente hecho a una duquesa que vivía allí.
Cuando llegué a casa, investigué un poco y comprobé que, no sólo aquello se había basado en hechos históricos, sino que también se rumoraba que extraños sucesos continuaron ocurriendo en el palacio, incluso después del exorcismo.
Mis encuentros anteriores con brujas habían revelado una clara relación entre ellas y demonios, así que no pude dejar de investigar, con la esperanza de encontrar por fin a las Brujas de la Noche.
En una noche de semana, en noviembre, le dije a mi mujer que iba a trabajar hasta tarde y me dirigí a Guimarães y al Palacio de los Duques. Evidentemente, el palacio estaba cerrado y no había nadie cerca. Aparqué y empecé a buscar una manera de entrar.
Como era de esperar, además de los guardias en su interior, el lugar se encontraba protegido por un sistema de alarma. Uno de mis compañeros del grupo de exploración de la ciudad de Braga, quien se llamaba a si mismo "el más grande de los exploradores urbanos", ya que gustaba de visitar no sólo edificios abandonados, pero también algunos en uso y hasta habitados, me había enseñado algunas maneras de evitar las alarmas. Sólo esperaba que mi parco conocimiento fuera suficiente para lograrlo.
Sin embargo, acabé por no tener que usarlo. A la vuelta de la esquina a la parte trasera del palacio, protegidas de las miradas por árboles y vegetación, descubrí que alguien se me había adelantado.
Una mujer, que no debía tener más de treinta años, había desactivado la alarma y se estiraba, ahora, hasta una pequeña ventana casi dos metros por encima del suelo. Al darme cuenta de su dificultad, me acerqué y le dije, con una sonrisa:
- ¿Necesitas ayuda?
Ella me miró con una mezcla de sorpresa y miedo. Era relativamente baja, con poco más de un metro y cincuenta, y magra. Llevaba gafas de metal negras, y tenía el pelo en una cola de caballo.
Durante unos momentos, sus ojos miraron en todas las direcciones. Por fin, al darse cuenta de que yo no era un policía ni un guardia, decidió no huir y preguntó:
- ¿Quién es usted?
- Eso le pregunto yo. ¿Quién es usted? ¿Porque está intentando entrar en un monumento nacional? Deme una razón para no llamar ya a la policía.
- Yo le podría dar una razón, pero después más nunca va a poder dormir tranquilo. Hay más aquí de lo que las personas normales pueden imaginar.
- ¿Cómo demonios?
Ella se quedó mirándome, sorprendida, durante unos instantes. Eso me dijo que ella sabía de lo que yo estaba hablando y que, probablemente, se encontraba allí por la misma razón que yo.
Al cabo de unos instantes, ella preguntó:
- Dígame lo que sabe.
Le dije todo sobre el diario, mis exploraciones anteriores, las Brujas de la Noche y lo que me había llevado allí.
- Un día, me gustaría ver ese diario - respondió ella, cuando terminé. - He oído hablar de estas criaturas a la que llama "Brujas de la Noche", pero suelo centrarme en demonios, y ellas no los usan, como las otras brujas. Por lo que dice, tal vez me debería empezar a interesar en ellas también. Es mi responsabilidad.
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Brujas de la Noche
FantasyPocos lo saben, pero, debajo de nuestras ciudades, en medio de los bosques y montañas y hasta bajo el océano, hay otro mundo, un mundo lleno de magia, lugares fantásticos y criaturas mitológicas e imaginarias. Por casualidad, me enteré de él, y mi c...