Capítulo 27

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-¿El monasterio de Spiš? – Pregunte mirando a Elemiah a mi lado - ¿Eslovaquia?

Muerte sonrió y se encogió de hombros

-Fue idea de Vlad – replico el – según me dijo, el administrador del lugar es un viejo amigo suyo

-¿Qué clase de amigo? – cuestione mientras ambos caminábamos hacia la entrada

-La clase de amigo que sabe a qué se dedica en realidad la Orden

Mire a mí alrededor maravillada por la belleza del lugar. El monasterio o convento, estaba rodeado por una muralla de más de cinco metros de alto hecha de piedra gris. No era muy grande, pero era hermoso. Básicamente, el monasterio estaba constituido por pequeños edificios de dos plantas que se situaban detrás y a los lados de la Katedrála sv. Martina z Tours en eslovaco, o simplemente, la catedral de San Martín. Fue nombrada así por el obispo católico San Martín de Tours que murió en Francia en el año 397

La gran estructura de estilo gótico se alzaba majestuosa frente a nosotros mientras cruzábamos el césped. El sol del mediodía brillaba intensamente reflejándose en las ventanas de la catedral así que tenía que entrecerrar los ojos para poder ver con claridad. El viento era suave y agradable. El ambiente en la ciudad de Spišské Podhradie era fresco y refrescante en esta época del año. El mes de octubre llegaba a su fin, y con él, el otoño. Pronto el invierno teñiría de blanco las hermosas y mágicas tierras de Eslovaquia y todos nos prepararíamos para el solsticio de invierno

Si es que llegamos ahí

Los árboles con preciosas hojas de color marrón no eran más que un recordatorio de que se nos acababa el tiempo

-Por aquí – apremio Muerte

Me tomo de la mano y avanzamos rápidamente por el sendero. Mire nuestras manos unidas. El había entrelazado sus dedos con los míos y se sentía increíble. Después de desnudar nuestras almas en la caverna, él y yo habíamos hablado por horas, sentados en su cama, ya que me di cuenta que estando en este estado de no-muerta no sentía hambre ni sueño. Lo que era una total mierda porque lo que más amaba en el mundo era comer y dormir

Decidí quedarme con él y averiguar que era todo esto que nos rodeaba, esa niebla de misterio que nos oprimía, antes de que todo termine; antes de que ella regrese. Hablamos de cosas sin sentido que nos distrajeran del futuro inmediato y la inminente despedida que se divisaba en el horizonte. Pensar en Anathiel me causaba un profundo dolor que no se podía describir con palabras. Me sentía más allá de culpable por estar al lado de Muerte mientras ella estaba perdida, sin memoria y sola, añorando en el fondo de su alma a su amor. El hombre al que yo amaba, el mismo que me había pedido que me quedara con él porque sentía algo por mí. Me sentía intrusa y eso era muy desagradable. Era como si yo me hubiera metido a la fuerza en su historia, en su relación, pero no era así. Jamás planee esto. Nunca creí que me fuera a enamorar, y mucho menos pensé que el hombre del que lo haría sería La Muerte

Nunca pensé que me enamoraría del hombre de alguien más

Nadie entendería esto, y pensarían que quiero arrebatarlo de su lado, pero no es así. Aquí estoy, buscándola para que él sea feliz y ella también. En el fondo de mi alma, y con sumo pesar, sé que para el sentirse completo la necesita a ella, no a mí. Jamás seria yo. Lo que sentía por mí no era lo suficientemente fuerte y es inevitable pensar que solo soy un pasatiempo. Un capricho nada más. Y eso era denigrante y me llenaba de ira pero, aunque mi mente dijera a gritos que me alejara, no lo podía hacer. Mi estúpido corazón quería seguir aun sabiendo que terminara hecho trizas

EL LIBRO DE LOS CONDENADOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora