Capítulo 12

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Después de tomar una ducha y vestirme con la ropa que Adrik me llevo, que era un vestido suelto bastante bonito, baje con cuidado las escaleras que llevaban a la planta baja de la casa en donde estaba. Por lo poco que pude ver, estábamos a la afueras de la ciudad a algo así porque la casa se encontraba en un estado de abandono. Aunque no hace mucho tiempo porque todavía contaba con agua potable

Las escaleras de madera estaban astilladas y tenían un leve olor a humedad. Con cada paso que daba, la madera crujía y mi cuerpo se quejaba del dolor sordo a mis costados. Estaba muy, muy cansada y solo quería dormir pero eso no era posible por lo menos no en algún tiempo cercano. Tenía que ser una chica grande y encargarme de algunos asuntos bastante preocupantes

Aparte, con cuidado de no lastimar los moretones de mi rostro, el cabello húmedo de mi frente cuando llegue al último escalón. La casa era pequeña así que no me tomo mucho tiempo encontrar mi camino hacia el salón de estar. No fue difícil, ya que podía escuchar las quejas de Slaven con claridad

Rodé los ojos y entre en el salón. Tres pares de ojos se encontraron con los míos al segundo en que puse un pie allí. La Muerte se encontraba en una esquina, cerca de un sillón reclinable bastante polvoriento, con los brazos cruzados y con cara de pocos amigos. Una figura alta y oscura que infundía terror a los presentes. Adrik se encontraba junto a la ventana mirando algo fuera que parecía bastante interesante y Slaven estaba sentado en una silla de madera que estaba reclinándola de modo que la silla estaba sobre sus dos patas traseras. El al verme se levantó tan rápido que la silla cayo con un estruendo

Se acercó a mí y con cuidado me rodeo con sus brazos. Envolví los míos a su alrededor y sonreí cuando acaricio mi cabello al apartarse

-¿Estas bien? – pregunto con genuina preocupación

Asentí

-Si. Un poco dolorida pero bien

-Tu pasas más tiempo herida que haciendo algo productivo

Lo golpee y el sonrió. Me permití analizar su rostro. También estaba herido. El cardenal amarillento de su mandíbula me decía eso al igual que su labio partido y el corte en su ceja

-¿Y tú? – toque su mejilla y él se contrajo un poco - ¿Estas bien? ¿Te duele?

-Estoy bien y no, no duele – me rodeo los hombros con un brazo y me guió dentro de la habitación – no fui yo quien tenía una barra de hierro incrustada en su costado

-Muy gracioso

Slaven rió por lo bajo y levanto la silla para que pudiera sentarme. Lo mire agradecida y él se colocó detrás de mí con una mano en mi hombro

Adrik se giró hacia nosotros y no pude evitar sentir algo de culpa por lo que había sucedido. Aunque sabía que era ridículo que me sintiera así, lo hacía. Así que aparte la mirada y mis ojos se encontraron con los ojos de La Muerte que hoy parecían más ámbar que amarillo canario

Acaricie mis muslos con mis manos inquieta por su mirada penetrante y lamí mis labios en un gesto ansioso

-¿Y ahora qué? – pregunte

-Nos vamos – respondió La Muerte

Suspire y me hundí en la silla. Y yo que me había acabado de sentar

-No es seguro – comento Adrik y todas las miradas se dirigieron a el

-¿Por qué, Cazador? – La Muerte dio un paso al frente. El sol que entraba por la ventana ilumino su piel pálida. Se veía tan frágil, casi enfermizo

EL LIBRO DE LOS CONDENADOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora