-¿A dónde vamos? – pregunte confusa
Elemiah me lanzo una sonrisa por encima de su hombro pero no respondió. Tiro de mi mano más fuerte y bajamos por las escaleras del campanario. Cuando salimos de la torre, el viento fresco me golpeo en el rostro y mechones rebeldes cubrieron un momento mis ojos. Los aleje con mi mano libre y clave la mirada en la espalda de Muerte
El viento azotaba su cabello negro que se confundía con el color de su gabardina en la oscuridad de la noche. Se veía misterioso y sexy. La Muerte es jodidamente sexy. Ese pensamiento tan fuera de lugar me hizo reír y sentí la mano de Muerte apretar más la mía
El pasto crujía bajo nuestros pies a media que avanzábamos por el sendero que habíamos recorrido hace unas horas. La curiosidad por saber a dónde me llevaba estaba haciendo agujeros en mi estómago y mi corazón latía muy fuerte por la anticipación
El Cielo estaba negro como la tinta, pero había unas cuantas estrellas esparcidas en él que brillaban intensamente como pequeñas monedas. Era una noche preciosa, pero se volvía más hermosa cuanto más tiempo Elemiah pasaba conmigo. Después de que el me encontró llorando, se quedó conmigo, en el suelo del campanario, consolándome mientras yo sollozaba. No dije nada y el tampoco, solo se limitó a abrazarme hasta que mi respiración se regulo. Luego, se puso de pie y tiro de mí fuera de la torre sin responder a mis protestas y siempre con una sonrisa
Estaba buscando el momento propicio para decirle todo lo que me habían dicho los ángeles, pero no quería en este instante. No quería romper la burbuja de felicidad en la que me encontraba. Quería disfrutar esto el mayor tiempo posible antes de que ella apareciera
Si dejaba a un lado todo este asunto de la guerra, y el hecho de que yo era un errante y el La Muerte, casi podía jurar que éramos dos adolescentes enamorados huyendo de casa. La idea me hizo sonreír como una tonta
Pero él no está enamorado de ti
Mi sonrisa murió y mire mis pies. Odio cuando esos pensamientos intrusivos aparecen. Sin embargo, tenía razón la voz de mi interior. Él no estaba enamorado de mí, y yo solo estaba exagerando esto. Estaba pintándolo de rosa cuando en realidad estaba teñido de negro y gris. Todo lo que sentía era efímero. Nada dura para siempre, así que voy a aprovechar esto el tiempo que dure
Elemiah se detuvo en la mitad del jardín y lo mire interrogativamente. Él se giró lentamente hacia mí y me tiro contra su pecho. Sus brazos se apretaron alrededor de mi cintura y escondió su rostro en mi cuello. Su cabello y su aliento caliente me hicieron estremecer y un escalofrió recorrió mi espina dorsal. Puse mis manos en su pecho y levante la cabeza para mirarlo. Él se retiró de su escondite y me observo con sus intensos ojos que parecían ver a través de mí. Las profundidades ambarinas brillaban con algo que no podía discernir, pero también lo hacía con una chispa jocosa que lo hacía ver tan... normal. Tan humano
Y tan hermoso
Su labio se crispo un poco en la esquina insinuando una sonrisa traviesa. Le devolví la sonrisa y sus ojos miraron mis labios nuevamente. Sentí un delicioso cosquilleo en mi pecho y trague saliva para poder hablar ya que el nudo de emoción que tenía en la garganta me impedía hasta respirar como es debido
-¿Por qué estamos aquí? – cuestione y mire alrededor para enfatizar mi punto
-¿Confías en mí? – pregunto él a su vez. Ladee mi cabeza y sonreí por sus palabras. Sus ojos brillaron y levanto sus cejas al verme - ¿O todavía no soy merecedor de tu confianza?
Me reí cuando recordé que me dijo esas mismas palabras hace un tiempo en el jardín oculto del castillo de Vlad. Parecía una eternidad desde eso, y ahora todo era tan diferente. Le había dicho que no confiaba en él, pero me di cuenta que, incluso sin saberlo entonces, le había mentido. Siempre he confiado en él. Incluso más que en mi misma
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EL LIBRO DE LOS CONDENADOS
ParanormalEn este mundo existen todo tipo de criaturas sobrenaturales. Criaturas que los humanos piensan que son fantasía pero en realidad no es así. Ellos viven entre nosotros y solo unos pocos pueden llegar a verlos. Cuando un humano tiene un encuentro tran...