VIII. Dos en una.

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Ross

Laura no venía hace dos días y yo ya empezaba a preocuparme. La detestaba por hacerme preocupar por ella, yo debería estar feliz de estar sin su presencia por unas horas. Pero no podía disfrutar su ausencia cuando ni siquiera sabía qué le pasaba. ¿Me estaba evitando? Lo dudaba. Ambos estuvimos de acuerdo cuando ella dijo que no fue nada.

— Adiós tranquilidad... — murmura Megan y yo de inmediato miro la puerta. Entraba Laura junto a Ellington y otro hombre, al parecer discutía con este último.

— ¡Eres tan exasperante, Drew! No quiero una segunda cita. — dice ella enojada mientras se va a su oficina, ignorándome por completo.

— ¡Solo una más! — pide él y Laura le cierra la puerta en la cara. Contengo la risa al ver la cara que pone el hombre.

— ¿Lo acompaño a la salida? — le pregunto y me fulmina con la mirada.

— No, ya la conozco. Seguro te va a hacerme llamar. Aquí tienes mi número. — me dice entregándome un papel.

— Claro. — respondo sonriéndole amablemente.

Él asiente y se va caminando con la actitud arrogante típica de un millonario.

— Laura, te ha dejado su número... — susurro provocando la risa de Maia. — No ha escuchado. Que pena. No lo llamará.

Me encojo de hombros y tiro el papel.

— ¿Por qué has hecho eso? — pregunta Maia riendo.

— No tiene importancia.

— Yo creo que te gusta.

— No hay manera de que Laura Marano llegue a gustarme.

— Creo que si. De hecho...

— Ross, tienes el día libre. Irás con Ellington a comprar sus trajes. — dice Laura parándose en frente mio con Ellington a su lado. — Ellington, aségurate de que este bien. No quiero darle un motivo a Kyle para que me humille diciendo que no pude encontrarle un reemplazo mejor.

Y... la perra egocéntrica estaba devuelta.

— Descuida, tampoco eres mi tipo. — le digo sonriendo falsamente.

— Bien que hace dos días atrás se estaban besando. — murmura Ellington por lo bajo, pero no lo suficiente ya que todos lo escuchamos y nos miran sorprendidos a Laura y a mi.

Laura los fulmina con la mira. — Métanse en sus asuntos.

— Vaya hipócrita... — murmura Megan.

— Tú estás despedida.

— Pero... — balbucea ella sorprendida pero Laura sigue seria.

— Eres impuntual y siempre entregas todo incompleto. Despedida.

Contengo la risa y Maia sonríe triunfante. — Te acompaño a la salida, cariño... — murmura mientras agarra del brazo a Megan y la arrastra hacia la puerta.

Cuando Megan se va, Maia se da la vuelta sonriendo alegremente. — ¡Nuestras relaciones vuelven estar a salvo!

Laura suelta una carcajada. — Si se acostaba con sus novios o lo intentaba, me lo hubieran dicho. La habría echado hace tiempo. Odio totalmente a esa clase de personas.

— Laura, cariño, odias a todas las personas. — responde Ellington. Él la miraba con adoración y orgullo.

— Odio a Leila y a Kyle, al resto los detesto. Odiar es una palabra muy fuerte.

Él rueda los ojos riendo y le da un beso en la mejilla. — Nos vemos luego, llevaré a Rydel a almorzar después. Tú y Ross están invitados.

— No, gracias. — decimos los dos al mismo tiempo.

— Ya hasta hablan al mismo tiempo... Que adorables. Lynch, vamos a buscar unos buenos trajes para cuidar de nuestras mujeres toda la noche.

— Laura no es mi mujer y Rydel tampoco es la tuya.

— Me espera un largo día... — murmura Ellington mientras se dirige a la salida y yo lo sigo.

— ¡Diviertanse! Ellington, ¡pagas tú!

— ¡Siempre me haces lo mismo! Ganas el doble que yo y tengo que pagar. Es injusto.

Laura se encoge de hombros sonriendo. Era otra cuando estaba con Ellington.

— Tengo que aguantar tu trasero apestoso en mi casa. Ahí tienes tu justicia.

— Touché. — responde él guiñándole el ojo. — Ahora si, vamos Lynch.



Una hora después, nuestros trajes ya están encargados. Insistí en pagar el mio con mis ahorros pero Ellington dijo algo sobre sus bolas, cuchilla y Laura así que no pude pagar. De todas formas, lo usaría solo una vez ya que no pensaba volver a hacer esto. No era mi estilo ni mi mundo.

— Sé que Laura no te agrada... — comienza a decir Ellington mientras vamos al auto.

— ¿Se me puede culpar por ello? Es decir, ¿has visto como es?

— Si, y molesta porque ella no es así.

— ¿Por qué hablamos de esto?

— Porque estoy cansado de la vida que lleva y la reputación que tiene, no puede elegir ni siquiera con quién pasar el resto de su vida, su trabajo y mucho menos si ir o no ir a un evento.

— Su vida no es peor que una mujer que tiene hijos, está casada y está a punto de morirse. — digo enojado. Odiaba que la victimizara de esa forma.

— ¿Sabes quién es la mujer? ¿Quién es el padre de sus hijos?

— Bueno, no...

— Entonces no la juzgues. Tiene su derecho a importarle una mierda la vida de la mujer que la arruinó, ¿siente pena por sus hijos? Si, pero no por ella. La odia profundamente, no es sano el odio y lo sabe pero luego de todo lo que pasó le es imposible no odiarla. No sabes nada sobre la vida de Laura, ella es realmente dulce y buena, tiene fundaciones y asiste a muchos eventos de caridad, tiene un gran corazón.

— ¿Por qué me dices esto? Sigo sin entenderlo.

— Porque tú eres diferente al resto. Cuando la ves, no ves sus millones y millones, la ves a ella. Eres humilde y no te interesa el status. Eres diferente a todos los hombres con los que estuvo y la tienes intrigada por eso. Creo que ustedes dos serían algo épico y único, ambos tienen cáracter pero son buenas personas. Tú cuidarías de ella y ella de ti.

 — No podría salir nunca con una mujer que es tan insensible como para no preocuparse por una mujer que está a punto de perder a sus hijos y a su marido. Se nota que no sabe lo que se siente perder a tus hijos y al amor de tu vida.

— ¡Laura sabe perfectamente lo que se siente perder un hijo ya que lo sufrió!

— ¿Qué?

— Laura estuvo embarazada, a los seis meses de embarazo perdió el bebé.

Oh, mierda... Yo era un imbecil.









Forbidden | Raura TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora