VI. Cena

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Ross

Cenar con Laura fue tal y como pensé que sería: una tortura. La mujer miraba mal a todo el mundo, sobre todo a Ellington, y ni siquiera hablaba. Ellington bufa y se levanta.

— Ven conmigo, Laura. — le dice y Laura rueda los ojos para después seguirlo hacia un pasillo.

— ¿Serán novios o estarán enamorados? — pregunta Rydel mientras se muerde el labio nerviosa.

— Por lo que tengo entendido, son mejores amigos. Cuando lo conocí, ella estaba en su regazo sonriendo... Jamás la había visto así, quizás ella está enamorada de él. Aunque es muy poco probable, esa mujer ni debe saber lo que es amor.

— Pobrecita... Me gusta Ellington. De verdad. Pero él es tan elegante y costoso y yo soy...

— La mujer más increíble, buena y hermosa que puede existir. — termino por ella.

— ¿Realmente crees eso cuando estás cenando con Laura Marano?  Es preciosa, más de lo que es por fotos. Lástima que siempre anda seria, me encantaría ser su amiga.  — dice sonriendo entusiasmada.

— Rydel, Laura no tiene amigas. Es solo una perra egocéntrica que se cree mejor que el resto solo por manejar la empresa de su papi, ni siquiera es suya. No te conviene ser su amiga si quieres seguir siendo quien eres.

— Tal vez no es tan egocéntrica como dices que es. Ross, no fue a Londres por ti. ¿Eso no te dice nada?

— Eso me dice que ella quería enojar a su padre porque la está obligando a ir a una fiesta.

— Eres tan ciego.

Ruedo los ojos y me limito a comer. Ella era la que se creaba ilusiones. Conocía muy bien a Laura y sabía que ella y yo era algo imposible.

Cuando Ellington y Laura vuelven, ella le regala una sonrisa a Rydel. ¿Le estaba sonriendo a una mujer? ¿Sinceramente? Ellington hacia maravillas.

— ¿Cómo se han conocido tú y Ellington? — le pregunta.

— Soy mesera. — dice y veo que Laura intenta ocultar una mueca de disgusto sonriendo falsamente. Debo contar hasta diez para no insultarla. — Vino con un amigo a buscar un pedido y me vio a mi, me pidió para salir pero yo me negué si no era una cita doble.

— ¿Sabía tu nombre?

— Se lo dije ese día...

— ¿Y tú sabías que era mi mejor amigo?

— Si...

Laura la fulmina con la mirada por unos segundos y luego comienza a comer enojada.

— Laura... — murmura Ellington.

Ella suelta un bufido. — Ya tengo a mi padre para que me concrete citas y estoy demasiado cansada de eso como para que tú también lo hagas, además con alguien a quién jamás lo podría presentar ante mis padres ni a mi círculo de gente. Sería una rídiculez y algo estúpido. Esto no es una estúpida película de Disney. ¡Y estoy cansada de que hablen de mi como si fuera una burla y una estúpida! — dice para después levantarse. — Descuida, Ross. Tu comida está paga. Jamás te lo podrías permir. — termina y se va del lugar.

— La detesto. Realmente la detesto... — murmuro. — ¿Puedo irme? Disfruten la velada.

— Ross, hazme un favor... Ve detrás de ella. No tiene cómo irse y ya es tarde. Por favor. — pide Ellington.

— ¿Para que siga hablando sobre lo pobre y poca cosa que soy? No gracias.

— ¡Ella no piensa eso! Lo que acabó de decir fue cruel, pero es la verdad... No lo malinterpretes, me pareces un hombre realmente bueno. Sus padres son el problema.

— No me interesa. El sentimiento es mutuo. Me desagrada completamente, jamás estaría con alguien como ella. Jamás. — digo.

— Ross, por favor... Ve. — pide Rydel.

Suelto un suspiro y me levanto. — Bien. Disfruten la velada, y Ellington... en casa a las diez.

— ¡Soy mayor que tú! — exclama Rydel.

— Hablo en serio. A las diez. — digo y salgo del lugar.

Al salir, encuentro a Laura llorando en un banco que estaba afuera del restaurante. ¿Qué le pasa?

— ¿Una rídiculez y algo estúpido sería salir conmigo? ¿Quién eres? ¿La presidenta? Eres solo una simple afortunada de tener una familia adinerada, todo te cae del cielo y tú solo tienes que pedirlo. Aunque no creo que seas tan afortunada, prefiero mil veces ser un pobre y un idiota que ser una perra egocéntrica y malcriada como tú. — digo enojado.

Podía irme despidiendo de mi trabajo porque estaba claro que lo había perdido.

Laura se limpia las lágrimas y comienza a caminar lejos de mi pero a mitad de camino se detiene y se da vuelta para mirarme.

— ¿Perra malcriada y egocéntrica? ¡No lo soy!

Suelto una carcajada y me acerco a ella. — ¿No lo eres? ¿Te estás escuchando?

— ¡No! No lo soy, Ross. ¡No soy una jodida perra!

— ¡Desde que llegué no has hecho otra cosa que echarme en cara tu dinero y tu status!

— ¡No es así!

— ¡Sabes que es así, Laura! Me desagradas tanto como yo te desagrado.

— ¡Pero no me desagradas! Joder, me caes mejor que cualquier otro hombre. ¡Te invité a almorzar! — exclama acercándose más a mi.

— ¡Si, porque me dijiste inútil y te sentías culpable! Un jodido almuerzo no cambiará las cosas. Nada lo hará, Laura.

Ella gime exasperada. — ¡No lo entiendes! Eres tan imbecil, exasperante, idiota, estúpido y...

No sé qué es lo que me impulsa, pero la acerco a mi por la cintura y la beso. Laura me corresponde con la misma intensidad que yo.

Joder...

¿Qué hacía? ¿Había perdido la cabeza? La detestaba y ahora estaba besándola.

Para ella yo era un inútil imbecil y para mi ella era una egocéntrica.

¿Por qué estaba besándola? No iba a mentir, sus labios rojos se veían muy tentadores cuando hablaba enojada y simplemente quería callarla.

¿Lo peor de todo? Disfrutaba de la sensación de sus labios contra los mios y no quería detenerme.

 



Forbidden | Raura TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora