08: Bodas de riesgo

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Si los jòvenes comprometidos creían que el día anterior las festividades habían excedido lujos y protocolos nada en el mundo los preparó para lo que venía después.

Ataviado en ropas de la seda más fina y previamente aseado con numerosas espumas y sales de baño armonizantes Yuuri yacía esperando en la última habitación de una de las torres del palacio Katsuki. Sus padres le habían explicado que parte de  una tradición era que el novio rescatase a su amada de los "peligros" que se le presentaran en el camino como señal de que en un futuro sería capaz de velar por el bienestar de su pareja.

Habían pasado más de dos horas y media y el oyente no sabía si se sentía mal por ser considerado "la novia" de la relación o por el hecho de que Viktor estaba tardando demasiado.

Pensó que lo pudieron haber lastimado y que su herida en el hombro había resentido la batalla o peor aún, que se había arrepentido del compromiso.

Naturalmente ninguna de sus ideas fue correcta.

La verdadera razón de su tardanza era que el cantante se había demorado con las ratas callejeras de los yakuza y su afán de sacar armas de fuego en combates cuerpo a cuerpo. Tuvo que tener especial cuidado en no ser herido puesto que conocía las posibles reacciones de su prometido si llegara a verlo llegar con heridas de bala a su rescate.

Así que impecablemente bien vestido e incluso perfumado llegó frente a la puerta donde custiodiaban a Yuuri, se soltó el cabello y entró a la habitación solamente para que un delgado jovencito en ropas de seda pura se echara a sus brazos con nada más verle entrar.

— Estás aquí. — Yuuri ocultó el rostro en el hueco de su cuello mientras sus brazos se aferraban a él, la voz del oyente era agitada y Viktor se lo atribuyó al miedo. Estaba demasiado mal que se sintiera bien por ello. — Creí que te habían herido.

Era su instinto, Yuuri necesitaba asegurarse de que Viktor estuviera bien porque algo dentro de sí parecía romperse con la idea de que algo le lastimara, le tocó los brazos y le miró el torso en busca de heridas o sangre, pasó los ojos por el cuello y con las yemas de los dedos le tocó las mejillas; sin moratones ni sangre.

Viktor, su Viktor estaba bien.

— Yuuri...

En aquel momento cuando ambos estaban con las emociones a flor de piel gracias a sus instintos primarios no cayeron en cuenta de la cercanía de sus cuerpos, y si lo advirtieron realmente no hicieron nada para remediarlo. Eso era lo de menos.

Lo más apremiante era buscarle fuga a esas emociones, necesitaban una prueba de que estaban bien y estaban juntos.

Necesitaban un beso.

— Viktor...

Con su renovado sentido del oído el ruso no se contuvo al tomar a Yuuri por la cintura y apegarlo aún más a él, la manera en que decía su nombre, la forma en que aquellos dulces ojos marrones le miraban con silencioso ruego mientras estaban envueltos en aquel delicado idilio de cristal.

— ¡Felicidades han concluído la prueba!

Esas palabras fueron suficientes como para romper dicho cristal y el animado moreno seguido de los padres fue como hacerlo talco.

— Ahora Nikiforov-sama estas son sus doncellas, le ayudarán a prepararse para la ceremonia. — pese a vestir yukata y tener una expresión de supuesta formalidad la pareja se sintió como si Phichit los hubiera encontrado a plena intimidad...oh espera, eso era justo lo que había hecho —Mientras que usted Katsuki-san deberá seguirme a mí para prepararle personalmente.

Viktor gruñó.

— ¿Por qué he de ir yo con desconocidos? ¿Y por qué has de preparar a Yuuri personalmente?

Canción de amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora