Estoy caminando a casa después de la escuela. Después de un hermoso y maravilloso día. Mis cuerpo se siente como constituido de gelatina. Me siento liviana. Miro mis pies, siento como si pudiera extenderlos kilómetros, y al mismo tiempo parece que no puedo caminar lo suficientemente rápido. Miro mi mano unida a la de Joel, asciendo por su brazo y observo su perfil. Tiene cabello de chica, siempre se lo digo. Es largo y dorado, sobresale de su gorro de lana y me encanta como se retuerce. Hace frío, así que su nariz esta roja como un tomate al igual que sus mejillas.
Es increíble lo que este chico me hace sentir. A veces pienso que hemos madurado más que los otros niños de nuestra edad. Simplemente no me cabe la idea en la cabeza de cómo podemos sentir esto el uno por el otro. Somos unos niños, pienso. Nada de eso importa, me dice él. Ambos hemos hecho planes juntos. Iremos a la secundaria juntos. El entrara a talleres de música, para aplicar a una licenciatura en composición musical. Yo voy más por el arte, el baile, la actuación, pero sobre todo, la literatura. Eso es lo que mejor se me da.
Crecimos en el mismo barrio. Por lo que tiene sentido que termináramos juntos en algún momento.
—Somos muy jóvenes — Siempre le digo.
— Mejor empezar pronto, fortalecer nuestros sueños, uno con el otro, Siempre juntos. — Dice.
Ambos estamos tan llenos de sueños, que asusta. Somos muy jóvenes, me recuerdo. Pero sé que si lo intentamos, si de verdad empezamos desde ahora a construir algo bueno, de entre toda la porquería de nuestra sociedad, seremos una pareja increíble. Lo sé porque cuando naces en un barrio como el nuestro, aprendes a crecer pronto. Aprendes a valerte por ti mismo a costa de esfuerzo propio, o terminas siendo parte del ciclo de mierda. Un espectador de la vida. Un parásito social.
Intento pensar un momento en el que Joel no haya estado a mi lado. Y sé que no lo hay. Hemos aprendido a sobrevivir juntos. Robando aquí y allá para alimentarnos. Nuestros padres no lo hacen fácil para nosotros. Simplemente no lo hacen y ya. Es como Joel y yo aprendimos que la vida no siempre es justa. Que puedes elegir sin embargo, pelear en ella solo, o compartir el botín por muy mínimo que sea con alguien que valga la pena. Que valga la vida...
Giramos a la derecha por mi calle, 3 casas arriba esta la mía. Joel vive cruzando la calle, por lo que siempre me acompaña a casa y después va a la suya. Todo parece tan normal. Todo parece tan perfecto estos últimos días. Y todo es una locura. No lo invito a pasar sin embargo, mi mama es la única que sabe acerca de Joel, y siempre dice que no me meta en problemas. Pero ella no entiende que Joel es todo, menos problemas.
Joel toma con una de sus manos mi rostro y me besa suavemente en los labios. Un pequeño roce solamente. Siempre hacemos esto, y siempre me parece mágico. Es como el momento perfecto del día. Nada más importa. Todo a nuestro alrededor se detiene. Solo somos dos jóvenes, intentando sobrevivir juntos a toda la porquería alrededor. Y estos pequeños momentos, cuando las manos de Joel, y sus labios apenas me tocaban, sentía que podíamos salir de aquí. Sentía esperanza de un futuro junto. Siempre juntos...
Y entonces todo se derrumbaba. Lo mejor siempre se derrumba.
Lo primero que escucho es el portazo de la puerta de mi casa, seguido de un gruñido proveniente de mi peor pesadilla. Mi padre. El terror me congela en mi lugar, el corazón se me detiene. Miro la cara de Joel, se ha puesto pálido, pero cuadra sus hombros y rápidamente me pone detrás de él. Pero nada detiene a mi padre. Antes de que Joel pueda decir algo, mi padre ha estrellado su enorme puño en su cara.
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La Captura de Alder
Novela Juvenil...Yo rompí su puto corazón. Y no estoy orgulloso de ello. Quisiera estarlo sin embargo, porque así la culpa sería menor, los daños colaterales no se sentirían como patadas en la entrepierna, como ganchos directos al hígado, como cabezazos en la cej...