Capitulo 7: Entrenamiento.

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Escucho la voz profunda aún entre la niebla del sueño, puedo sentirla recorrer todo mi cuerpo, desde mis oídos, corriendo por toda mi espina dorsal, hasta llegar a las puntas de mis pies. Seguido de un escalofrió que hace a todos los finos bellos de mi cuerpo, responder y erizarse del mismo.

Me incorporo en la cama, sabiendo que el esta observándome otra vez. Lo único que medianamente me cubre es la precaria sabana casi transparente y malgastada que me otorgaron junto con mi viejo colchón. Mantengo mis ojos cerrados un momento, mientras intento despejar mi mente del sueño. Mi respiración sale en pequeños jadeos. Aun aferro la manta contra mi pecho cuando su voz vuelve a retumbar a mi alrededor.

—Sabes, realmente el motivo de que no se te permita usar ropa, es que te acostumbres a que los hombres tengan vista libre y sin restricciones sobre tu cuerpo. Si no te doy prendas, es porque necesito que mantengas tu cuerpo descubierto. De manera que... —Hace una considerable pausa, por lo que me obligo a abrir los ojos en la dirección de la que proviene su voz. La luz está encendida, y me da una vista parcial de su rostro, que aún permanece medianamente entre las sobras. —Cuando vuelva a entrar aquí mañana, o cualquier otro día, espero que no tengas la estúpida reacción de proteger tu cuerpo de mi mirada. A menos que quieras que te quite ese trapo también... ¿Esta claro?

Asiento febrilmente, pues esta manta, es lo único que me aún me hace tener un poco de control y cordura en mi cabeza. De otra forma, sé que probablemente ya me hubiera perdido mentalmente ante el terror total de la situación en la que me encuentro. Una cosa triste de decir, pues me doy cuenta, que desgraciadamente mi cordura ahora está en si puedo o no conservar una sábana conmigo.

—Perfecto, quítatela entonces, no me hagas ir allí y hacerlo por mí mismo. No te gustaría... estúpida. — Aprieto con fuerza en mi puño la tela, pero lentamente la bajo y la retiro hacia un lado de mi cuerpo. Puedo ver mientras recorre con su mirada, la extensión de mi desnudez, puedo Sentir su mirada recorrer cada centímetro de piel. Cierro los ojos por un segundo para evitar que las estúpidas lagrimas rueden por mis ojos. El maldito hombre en la habitación, no necesita saber el tamaño de la humillación que estoy sintiendo justo ahora. Suficiente es que tenga el poder sobre lo que puede hacer o no con mi cuerpo. Por supuesto que no le otorgare el poder sobre mis sentimientos. Aun puedo conservar esa parte de mí. Aun puedo controlar mis emociones. Solo tengo que concentrarme en algo más.

—Bien. Ahora, necesito que te levantes y muevas ese lindo culo hacia aquí. Coloca la silla en medio y empezaremos a practicar tu entrenamiento.

Por segunda vez en el día, lentamente me levanto de la cama, y no porque quiera ser sexy para este idiota. La verdad es que mi maldito cuerpo aun duele. No me he visto en ningún espejo, pero sé que cada parte de mi piel esta completamente llena de moretones. El otro estupido hizo buen daño con los golpes. Pues casi con cada paso y respiración, me gustaría doblarme por el dolor. creo que el idiota entrenador lo nota, pues ahora su mirada me recorre como calibrando que tan en mal estado se encuentra su mercancía.

—Si aún te duele, puedo darte analgésicos. Tengo entendido que Susan vino a presentarse más temprano, por lo que puedo mandártelos con ella más tarde.

La palabras se enredan en mi lengua, pues este maldito demonio confunde a mi cerebro con sus cuidados demasiado personales. Siendo que es un secuestrador, no estoy segura de que se supone deba hacerme las cosas fáciles ¿Verdad? Por supuesto no me voy a quejar ni a decirle como se supone debe hacer su trabajo. Si va a darme analgésicos, que así sea. No me quejo. Nop. No, no, no. Siento una mueca instalarse en mi cara.

—También puedes seguir aplicándote la pomada. No te daré vendas, porque obviamente arruinaría nuestros planes de mantener tu piel para la vista de cualquiera ¿Verdad? —Su estúpida sonrisa me hace querer darle una maldita patada en la entrepierna. Pero simplemente asiento. Mentalmente me recuerdo que decidí que mi estrategia sería ser sumisa y estúpida ante mis captores. Eso haría las cosas más fáciles. Y necesitaba de toda mi entereza y conocimiento que pudiera recaudar. Y haciéndome la listilla no es algo que lograría fácilmente. Además de que me demuestra que sus cuidados son únicamente por negocios. Y no estoy segura de lo que esperaba, pues por supuesto que para el yo solo represento negocios, nada personal. Necesito enfocarme más. A veces mi propia mente me pone enferma. Jesús.

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⏰ Última actualización: Jul 06, 2017 ⏰

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