Capítulo cuatro: Francia.

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Miré a Cristóbal quien no estaba al tanto de lo que pasaba. Había dejado a Francia, "mi madre", prácticamente tirada y me sentía feliz por ello. Pensé en mi padre y... Oh, Dios, iba a matarme.

Jamás había hecho algo así. Nunca había desobedecido a papá en algo tan "importante" como esto. Él conocía mis razones del porqué la odio, sí embargo, espera madurez en el asunto, y últimamente, no he sido lo demasiado madura que digamos.

Tomé mi teléfono y le mandé un mensaje a Francia:

Te espero en MI casa.

Natalia.

Todo resuelto. Quizás.

Vi cómo la actitud de él cambiaba, y era extraño, porque el ambiente también lo hacía, y se tornaba pesado.

¿Qué hacía yo con el acosador en un autobús medio vacío? ¿Qué hay de mis principios? Tranquila, me decía, sólo averiguarás quién carajos es y cuáles son sus propósitos.

Permanecimos en silencio.

-¿Me responderás?

Creo que hay que superarlo, ¿no crees?

Soy tan idiota e infantil. ¿Qué más se puede esperar de una puberta de quince años?

-No. -dijo cortante. Enarqué una ceja.

-¿no? Creo qué tengo derecho a saberlo.

-¿Era ella tu madre?

-¿Quién?

-La mujer que te llamaba.

-Ah, no. -mentí. No dijo nada. ¿en qué le afectaba? Rodé los ojos y me apoyé contra en ventanal.

-Esta es mi parada. -se levantó de su asiento.

-¿Y qué hay de mí? pensé que me llevarías a casa.

-El autobús lo hará. Suerte.

Stop!

-¿Perdón?

-¿Qué?

-¿Cuál es tu jodido problema?

-Tengo que hacer algo importante -suspiró y su mirada se suavizó-. Los siento. Adiós. -Y bajó.

¿Acaba de hacer eso? ¡Joder! ¡Me acaba de dejar aquí sola! Y no sé si tomé el autobús correcto.

Debí haberme ido con Francia, me hubiera amargado de todos modos. Estaba enojada, ¿Quién se creía? ¿por qué tuve que aceptar que me llevara? en realidad, no lo hice, ni él me llevó a mi casa, prácticamente "me acompañó", aunque no fue una compañía, después de todo. Me manipuló. Se aprovechó de mi desespero por escapar de mi madre.

¿¡cómo pude permitir que lo hiciera?!

Me estaba fallando muy seguido.

Bajé en mi parada, regañándome a mí misma todavía por dejarme convencer por ese, también agradeciendo que fuera el bus correcto. Me hubiera torturado más si me hubiera subido a otro.

A lo lejos, vi el auto de Francia estacionado en frente de mi casa. Me dirigí hacia éste, abrí la puerta del copiloto, y me senté.

-Dame una explicación. -dijo ella, luego de unos irritantes segundos en silencio.

-¿explicación de qué? -dije cortante, volteándola a mirar.

-de lo que paso allá. Lo hiciste a propósito.

The twilight of our love (Re Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora