Capítulo seis: Amiga del psicópata.

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Introduje la llave lentamente sin hacer ningún ruido, con mis sentidos al cien. La luz estaba prendida, pero afuera estaba ya oscuro. De la puerta hacia la escalera, había un gran mural que llevaba también a la sala, pero por el otro lado había una entrada a la cocina que rodeaba la parte de atrás de la escalera. Me metería por allí, y dándole la vuelta a la cocina, subiría a mi habitación y nadie se daría cuenta. Dios, jamás había estado en una situación como esta, ni siquiera se había cruzado por mi cabeza que un día yo estaría en la puerta de mi casa planeando una estrategia para que mi padre, quien seguramente estaría esperándome en el enorme sillón del salón en busca de una explicación, no me viera. No había abierto aún la puerta cuando las manos de Cristóbal aprietan suavemente mi cintura y ahogo un grito; me volví hacia él para darle un puño en su hombro y él rió.

-Pensé que ya te había ido. -susurré.

-No sabía que habías escapado de casa. -dijo con un tono sosegado.

-¿Quieres callarte? -dije después de producir un shh con mi boca-, habla bajo al menos. -él asintió.

-Como digas.

-Deberías irte... Hey, qué... ¿Qué haces? Sal de aquí. Si mi padre te ve...

-¿Te mata? -deduce burlón.

-Sí, y a ti te corta los genitales. Créeme, ya ha pasado.

-¿Qué?

-Será mejor que corras, él huele el miedo.

Frunció el ceño y lo noté preocupado. No pude evitar reír.

-Estoy bromeando, no pensé que te tomaras las cosas tan en serio.

-Mira quién habla. -le fulminé.

La puerta se había abierto un poco y él había entrado. Papá no se había dado cuenta de su presencia por el largo mural. Insistí en que saliera. Él seguía riendo entre dientes pero su sonrisa se borró al escuchar pasos acercarse detrás de él.

Genial.

Estoy prácticamente muerta, sería mejor cavar mi tumba aquí mismo en el jardín, o en la casa de Cristóbal y atormentarlo, si supiera dónde vive, aunque no creo que eso importe, quizás quede sin genitales pero vivo, y lo atormentaría por el resto de su vida. Menos mal nadie escucha mis pensamientos. Creo que hubiera preferido que el vándalo sin experiencia y con mala puntería me hubiera matado.

-No quiero que te metas en problemas.

-¿Natalia? -no puede ser.

-¿Es tu madre? -pregunta Cristóbal.

-¡Natalia! -dice Francia llegando hacia nosotros.

-¿Qué haces aquí? -dije.

-Tu padre llamó. Llevas toda la tarde desaparecida. ¿Dónde estabas? Estábamos muy preocupados por ti.

-¿Ah, tú?

-No empieces, Natalia.

-Disculpen -intervino Cristóbal algo incómodo-, creo qué, es mejor que me valla.

-No. -dije.

-¿Quién eres tú?

-Soy Cristóbal Pettit, estudio en la misma escuela que...

-Es mi hija.

-Sí, su hija.

-Soy su madre. Francia. -le extendió la mano y yo le fulminé.

Cristóbal la aceptó y las apretaron.

-Un gusto.

-Cristóbal ya se iba. -dije.

The twilight of our love (Re Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora