Capítulo catorce: Partido.

108 7 0
                                    

Me senté en la acera mirando hacia el estacionamiento. Apoyé mi mentón sobre mis rodillas y miré hacia los lados, no había rastro de Pablo. Joder, me hubiera ido a mi casa, estaría ya leyendo ese puñetero libro. No me gusta leer obligada, más bien por gusto, así los disfruto más.

Al diablo, me voy.

Me levanté del suelo y caminé hacia la salida. Cristóbal se cruzó por mi cabeza pero lo aparté de inmediato, no quería pensar en él, en nada ni en nadie, ni siquiera en el libro que tenía que leer. Quería caminar con la mente despejada, ni siquiera quería tomar el autobús, aunque mi casa quedara tan lejos.Valla forma de perder el tiempo. En quince minutos empezaría el juego.

Así que entonces, decidí coger el autbús, aunque no quisiera.

-¡Hey! -gritan y una camioneta para en frente mío, la camioneta de Pablo. Que preciso, y yo que ya estaba a mitad de camino.

Me acerqué y él se asomó por la ventanilla del copiloto.

-¿A dónde vas?, pensé que estabas en el juego, ya comenzó.

-Me cansé de esperarte.

-Pero podías ir y guardarme un puesto -me encogí de hombros-. Ven, sube.

Le hice caso y subí y nos dirigimos de nuevo a la escuela. Hasta aquí llegaron mis emocionantes planes.

Tomando asiento en las gradas. Pablo se ofreció a traerme una botella de agua y me planté allí. Me había quedado completamente sola, en realidad, con unos amigos de él, que es prácticamente lo mismo. Pero no son sus antiguos amigos que trataron de tocarme, sino otros. Me fijé en el público, habían varias personas ya graduadas y de la escuela, como padres de los jugadores con cámaras. Miré a los padres en busca de Amelia, pero no estaba, o al menos no la vi.

Habíamos llegado a tiempo, los jugadores de la otra escuela habían tenido un retaso y habían llamado para que esperaran unos minutos más. Los amigos de Pablo quisieron armar alguna conversación conmigo pero no son muy buenos en armar una conversación, y yo menos, pero a lo que me preguntaban, les respondía.

-¿Cuánto llevas con Pablo?

-No somos novios.

-Ya. Pero, ¿cuánto duraron?

-14 meses.

-¿Por qué terminaron?

-Problemas.

No me gusta hablar mucho sobre mi vida privada, y menos de una antigua relación amorosa, la única relación que he tenido, en realidad. Pablo llegó con mi botella de agua cuando el partido inició. Los gritos se hicieron más fuertes cuando los jugadores salieron al campo con sus cascos en las manos en fila, corrían y saludaban al público de las gradas. Y al final de esta, salieron Gonabi y Cristóbal, caminaban y hablaban entre ellos.

Daniel se veía más bien nervioso, y Cristóbal sólo caminaba, sin demostrar alguna emoción. Era su primer partido, ¿no debería estar ansioso o al menos nervioso? Ni siquiera se veía confiado, sólo caminaba.

Se colocaron los cascos y saludaron a otro equipo. Se posicionaron en sus lugares al frente de estos y el silbato sonó. El juego empezó.

Chocaron sus cuerpos y el balón se perdió de vista, ni siquiera sé qué le veían todos de atractivo a este juego. Temí por Cristóbal, ya que era tan delgado, podrían mandarlo a volar, esos chicos parecían gorilas.

Hasta ahora, todo iba bien, quizás la ventaja de Cristóbal era su destreza y no lo habían golpeado ni una sola vez. Suspiré aliviada. Gonabi anotó.

The twilight of our love (Re Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora