Comencé a vestirme para ir directo a la casa de Jessie. Por fin un día fuera del horario escolar donde ver a Jessie, aunque tenga que ir con mi madre, pero bueno, no se puede tener todo en la vida.
Nos subimos en el coche y fuimos en dirección a su casa tras varios comentarios de mi madre sobre si había cogido o no el regalo para Amanda, la madre de Jessie.
- ¿Qué tal con Jessie?-preguntó mi madre sin apartar la vista de la carretera-. Hace tiempo que no pasa por casa.
Hace tiempo que no tiene tiempo para estar conmigo.
- Bien, pero ya sabes, lo típico, el instituto consume su tiempo.
- Siempre ha sido una chica muy lista, y guapa.-dijo con cierto tono que no llegué a descifrar. Sonaba como si quisiera que afirmara su comentario pero no estoy seguro, mejor dicho, hablando con mi madre nunca estoy seguro. No habla contigo, te interroga.
- ¿Qué le has comprado a Amanda?- pregunté, cambiando de tema.
- Una camiseta y un CD de Pink Floyd remasterizado. Creo que ya es hora de que deje atrás esos vinilos tan desgastados.
- Que imaginativo.
Tras unos minutos de silencio llegamos a la casa, tan grande y misteriosa como siempre.
Tiene un porche enorme con dos grandes árboles a ambos lados. Jessie y yo jugábamos mucho ahí de pequeños. Una vez me tiró del árbol situado a la izquierda, me dolió mucho y me enfadé tanto que cogí una de sus muñecas y la decapité. Acabamos los dos llorando. Dulce infancia.
La puerta principal es grande y negra, contrastando el color blanco de la casa. A ambos lados de la puerta hay dos macetas con un pequeño cactus en cada una.- ¡Feliz cumpleaños!- exclamó mi madre tras ser recibida por Amanda.
- ¡Bienvenidos!- respondió-. Madre mía Ryan, que cambiado estás.
Se nota que lo dice por cortesía, sigo siendo igual desde hace unos tres años.
- ¡Ryan!- exclama una voz femenina desde el fondo del pasillo-. Te estaba esperando, tenemos que preparar todo para la partida.
- ¿Ya vas a liar a Ryan para jugar a uno de esos juegos tuyos?-preguntó Amanda, algo molesta.
- Tranquila Amanda, no me molesta. Puede que me gusta jugar incluso más que a ella.
Dicho eso Jessie me agarró del brazo y me llevó a la planta de arriba seguidos de la atenta y crítica mirada de su madre. Mi respuesta no le convenció mucho.
- Siéntate, tengo que buscar las cartas. No tengo ni idea de donde las he metido- dijo Jessie señalando la cama.
- ¿Qué tal llevas el cumpleaños de tu madre? -pregunté mientras me sentaba, para romper el hielo.
- Agobiada-respondió mientras rebuscaba en cajones-. Demasiadas personas pasando por casa y diciéndome lo "gordita" que me veo ahora.
- No estás gorda.
No lo está. Que a ver, tampoco tiene la apariencia de una modelo de Victoria Secret, pero es que así está mil veces mejor.
Habla la voz del enamorado.- Lo sé. Estoy fantástica.- ironizó entre risas.
-Lo estás.- afirmé seriamente. Jessie me miró confundida.
Ryan, ¿alguna vez dejarás de cagarla diciendo todo lo que piensas en voz alta?- Mira, las cartas están ahí- improvisé para que mi metedura de pata pasara a un segundo plano.
- Es verdad- afirmó- y yo buscando por los cajones cuando llevan todo el rato sobre la mesa.
Al levantar la caja que contenía las cartas cayó al suelo una foto. A Jessie le cambió la cara drásticamente.
- No sabía que estaba ahí- dijo en apenas un susurro.
Recogí la foto y la guardé en el último cajón de su escritorio, entre todos los papeles que tenía en el.
- Ven, siéntate conmigo, vamos a comprobar que están todas las cartas.-dije, bastante apurado. No quería que se centrara en la foto.
- No quiero jugar. Voy al baño.
- Jessie, tenemos que jugar al mejor juego de la historia. Tu eres la que mejor interpreta a Rigor Mortis. No sobreviviriamos sin ti.- dije a modo de broma, para intentar liberar la tensión que se estaba produciendo.
- Te he dicho que no quiero jugar.
La seguí hasta el baño pero no me dio tiempo a alcanzarla y cuando llegué la puerta ya estaba cerrada con pestillo.
- Jessie, abreme. Hablemos.
- Vete.
- Abre la puerta Jessie.
- Quiero estar sola Ryan- dijo, secante, con una voz impropia de ella. Un tono de voz que hacía años que no escuchaba. Me provocó el mismo nudo en la garganta que la primera vez que lo oí.
- ¿Qué pasa?-oí a mi espalda. Era Tania, acababa de llegar.
- Se ha encerrado en el baño.
- Ha visto una foto de su padre.
Tania me apartó de la puerta y la golpeó suavemente, llamando a Jessie. La puerta se abrió y de ella salió Jessie, quien con ojos llorosos dió paso a Tania y cerró la puerta de nuevo.
¿Por qué hace eso? Estoy harto de que
me aparte de su vida como si ya no fuera nada. Fui yo quien la consoló cuando aquello sucedió. Fui yo quien se pasó día y noche en su casa animándola y cuidándola.
La forma de agradecer todos esos cuidados es dejándome de lado. No lo soporto.
Di un pisotón en el suelo, cabreado. Entré en su cuarto y me tiré en su cama para ver si así era capaz de tranquilizarme. Oí llantos en el baño. No lo soporto más.***
¿Qué os ha parecido este capítulo? Votad y comentad todo lo que penséis que le puede haber pasado al padre de Jessie.
Nos leemos en el próximo capítulo, chau.
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Todo lo hago por ti.
Novela JuvenilJessie y Ryan son amigos desde la infancia, hasta ahí todo bien. Los problemas comienzan cuando Ryan se enamora perdidamente de Jessie. ¿Conseguirá Ryan confesar su amor? ¿Será correspondido? Son preguntas que se podrían contestar fácilme...