13: Problemas.

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-Aquel día que fuimos al lago pensaste que tenías posibilidades conmigo, ¿verdad?, dice, y comienza a reírse, ¿A que sí? Me mirabas con ojos de corderito y expresión suplicante... Podría haberme aprovechado de ti, ¿a que sí? Eres tan fácil, Rach...

- ¡Es un maldito manipulador! -exclama furioso-. No puede hacerle eso, ella lo ama.

Yo sonrío con diversión y quito el cabello largo que cae sobre su frente sudada. Limpio la humedad de su sudor en mi short y le aclaro que es tan solo una novela, que es ficción y que son cosas que no pasan de verdad, al menos, que no pasan de esa forma.

-Ella fue su primera esposa. Él no podía hacerle eso -replica-. Es una idiotez, ella hizo lo que pudo por él, ¡no puede!

-No te preocupes -le digo-. Al final se arregla, siempre se arreglan las cosas.

-No, eso es una mentira. ¿Y qué tal si la mata? Ha dicho que se pensaría qué hacer con ella, ¿y si es Anna quien la mata? ¿O ella mata a ambos?

- ¿Y qué tal si ella consigue a alguien mejor y él se queda con Anna y Evie? -le digo-. Está bien, Adam.

-De acuerdo -bufa, rehusándose a aceptar lo que está a punto de suceder-. ¿Puedes continuar?

-Yo me muerdo con fuerza el labio y él se acerca otra vez a mí -continúo-. Eres como uno de esos perros maltratados a los que nadie quiere. Por más que eches patadas, una y otra vez, siempre vuelven agitando la cola y con la cabeza gacha. Suplicantes. Esperando que esta vez sea distinta. Convencidos de que esta vez harán algo bien y lo querrás. Eres así, ¿verdad, Rach? Eres una perra.

- ¡Él no puede decirle eso a ella! -ruje y se pone de pie-. ¡Está mal! ¡Ella es...!

-Tranquilízate -me levanto y tomo sus manos antes de sentarlo nuevamente en su lugar-. Adam, es un libro, no es real lo que dice aquí.

- ¿Por qué es tan insensato? La hiere, no puede hacer ese tipo de cosas. Ella también siente...

No puedo evitar soltar un suspiro largo y sentarme en mi lugar nuevamente antes de cerrar el libro y colocarlo de lado, sobre la estantería. No quiero decirle que está comportándose de una manera muy agresiva para ser tan solo un libro de ficción, pero me hace sentir que él no puede hacer esto. No puedes leer un libro así con él, parece que hay algo que no lo deja en paz, que mientras lees esto para él, él recuerda algo y se molesta.

- ¿Tienes un problema con esto? -pregunto de la manera más inocente posible.

- ¡Lo tengo de verdad! -exclama y yo alzo las cejas sorprendida-. Él no puede venir y sencillamente decirle perra a Rachel, ella merece algo mejor. Me gustaba Scott para ella, aunque era un poco malo. ¡Esto es terrible!

-Me refiero a que... -el alza una ceja y no puedo evitar perderme en sus ojos verdes grandes-, a que... si tú... Digo, que si tú has pasado por algo similar, Adam.

Él frunce el ceño y mira al suelo como si pensara en decírmelo. Yo sé que no te puedes abrir a alguien de esta forma, sé que si ha pasado por algo similar, debe ser muy duro y que no puede contarlo así por así. Es su vida privada.

-No, no -dice, pero sus ojos se han oscurecido dos tonos-. No, Amaia, no. Es que... me altera un poco, solo eso.

-No te creo -admito-. Me estás mintiendo. Adam, no puedo seguir leyendo este libro para ti, te hace mal.

- ¡No! -Replica como un niño al que le están amenazando con quitarle el televisor-. ¡No, Amaia, no! Por favor, no puedes hacerme esto.

-Tranquilo -paso mi mano por su cabello, nuevamente. Es un gesto que parece relajarle-. Pero creo que te haría bien decirme qué pasa de verdad.

Belleza y RencorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora