Capítulo 4

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<< -Te quiero.- le dijo mirando a sus ojos.

-¿Qué? ¿Es una broma?

-No lo es. Te quiero incluso creo que... te amo- repitió con voz firme.

-No es posible. Lo sabes ¿no?

-Nada es imposible. No cuando se trata de amor.

-Pero esta vez lo es. ¿Se te olvidó quién soy?

-Eres una persona, solo eso- pero él sabía a lo que se refería Karolina.

-Una persona, una persona que es la novia de tu hermano.

-Karo... -ella lo detuvo.

-No, Ezra. Lo que sientes por mí no es amor. Es una ilusión pasajera, no es real... se te olvidará en unos meses cuando conozcas a una chica bonita y agradable.

-Eso no lo sabes.

-Lo único que sé, es que amo a tu hermano.

-¿Lo amas? ¿Esa es tu forma de amar?... Olvida lo que te dije entoces. Siento incomodarte. Mejor me voy.

-¿Estarás bien?

-No lo sé. Supongo que el amor también tiene límite.

-Ezra... de verdad, lo siento.

-No más que yo. >>

■■■■


La luz de sol se cola por la traslúcida tela que cubre las ventanas, el calor inunda la habitación.

Alessa está dormida a su lado, la ha observado dormir algunas veces pero hoy, verla así, con su larga melena regada por toda la almohada, lo ha ayudado a calmar sus pensamientos.

El sueño de esa antigua herida a surgido desde el fondo del mar de sus recuerdos. La cercanía de Ale mitiga esa lucha interna entre lo correcto y lo prohibido.

Ezra sonríe para sí mismo, una idea perversa se forma en su cabeza. Toma la colcha que cubre a Alessa y la coloca hasta taparla por completo, se acomoda para quedar cerca de ella y expulsa un gas desde sus entrañas.

El olor fétido no demora en llegar a las fosas nasales de la joven, inunda su pequeño espacio personal.

-¿Pero qué demonios?... ¡Qué asco!

Ella se remueve entre las sábanas intentando disipar algo del olor y respirar un poco de aire menos contaminado.

-Desayuno servido- Ezra ríe por su broma mientras mantiene la colcha en su sitio para que Alessa no escape.

-¡Déjame salir, idiota!

-Que desagradecida eres, Espermita.

-Cerdo asqueroso, suelta la colcha... ¿Qué demonios comes? No puedo respirar.

Ezra empieza a reír más fuerte, molestar a Alessa le resulta placentero más que cualquier cosa, el sexo con ella es genial pero molestarla es un plus.

-¿Qué cosa? Alessa... ¿Quieres más?

-¡No te atrevas, Ezdiota! Te vas a arrepentir.- ella se sigue moviendo bajo la pesada colcha

-No te escucho, Espermita. Bomba en cinco, cuatro, tres, do... ¡MIERDA!- el joven grita y suelta la cárcel de algodón que aprisiona a Ale.

Ella ha apretado sus partes menos nobles de una forma no tan delicada, levanta toda la colcha y se la lanza a él, se para rápidamente de la cama antes de que su némesis intente otra estratagema contra ella.

Un No Tan Tipico Cuento De AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora