Capítulo 7

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El brazo de Ezra la aprisionaba a la cama, gira su cuerpo para quedar frente a él. Está profundamente dormido, con el rostro carente de expresión.

Ella mejor que nadie conoce el motivo que avergüenza a Ezra. Fué de las primeras cosas que le confío, expuso sus miedos y por irónico que fuera eso, era la misma razón que la atrajo a él.

Hace tiempo que Alessa se preguntaba que era lo que realmente pretendía sobre ellos.

Nunca dejó espacio para interesarse en nadie que no fuera Milo, durante años fué el compañero con quien imaginaba armar su proyecto de vida. No se había detenido a pensar en que sentía por Ezra. Ni una sola vez.

Continuó observando el rostro del hombre al que no había notado antes, estudió su rostro como si fuera la primera vez que lo veía.

La curva de su mandíbula, la espesa barba, las pestañas largas. Era odioso que algunos hombres tuvieran mejores pestañas que las mujeres, no era el caso de Alessa, ella tenía pestañas largas pero frecuentemente escuchaba las quejas del género femenino sobre eso. Ridículo pensaba Ale, solo eran pestañas.

Una idea se instaló en su mente, fijó su mirada intensamente en Ezra, no era nada personal pero vengaría a ese grupo adicto a las pestañas. ¿Cómo? Arrancando unas pocas, Ezra tenía muchas, no las echaría en falta.

Movió su mano lentamente hacia el rostro de él, su mano quedó a mitad de camino cuando Ezra habló.

-Una foto te duraría más.

-¿Qué?

Alessa intentó sonar inocente, ha sido pillada.

-Puedes tomarme una foto mientras duermo, no me molesta. 

-Yo no te estaba mirando.

-¿No? Parecías muy entretenida mirándome.

-Eso era porque me debatía entre mover la almohada o dejar que la sigas mojando con tu saliva.

Ezra mueve rápidamente la mano hacia su boca. La mejilla está humeda.  Se sientó en la cama y mira en dirección a Alessa. Una mueca se dibuja en su rostro.

-Sácate la camiseta.

-¿Qué? ¿Por qué?

-Necesito limpiarme con algo y como ves no cargo camiseta. Dame la que tienes puesta.

-No te voy a dar mi camiseta, límpiate con la sábana.

-En teoría es mi camiseta no tuya y no me limpiaré con la sábana. Quitatela, por favor.

-No. No pienso quedarme desnuda.

-Ya te he visto desnuda, no tienes porqué avergonzarte.

-No me da verguenza estar desnuda pero me niego a quedar expuesta solo porque tú quieres. Límpiate con otra cosa.

-¿Alguien te ha dicho que usas palabras muy sensuales cuando hablas?

-Pervertido. No te daré la camiseta.

-Ale lo estoy pidiendo de buena manera. No me obligues.

-¿Que no te obligue? No me hagas reír ¿Qué piensas hacer?

-Tú me obligaste.

Ezra paso la mano con la que había limpiado la mejilla con saliva y la pasó a lo largo del brazo de la joven.

Alessa se echó para atrás y salió de la cama.

-Asqueroso.

-Te lo dije Espermita pero eres necia.

Un No Tan Tipico Cuento De AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora