You are my kitten. [Verkwan]

Capítulo 11

*Narra Vernon*

Estaba a mitad de clase de matemáticas y el maestro era lo que menos me inportaba en ese momento.

Tenía mi celular atrás de la butaca frente a mí, mientras lo manejaba discretamente con mi mano derecha.

Estaba pasando mi dedo por toda la pantalla, de arriba a abajo mientras revisaba lo que era mi amado instagram.

No había nada interesante pero igual, por cada foto que veía, tocaba doblemente la pantalla.

Solía repartir corazones a todo lo que me encontraba.

Pero de repente algo en la pantalla llamó su atención.

Ese bar...

Podría reconocer ese local donde sea.

Pero al parecer se estaba volviendo algo famoso, ya que era extraño obtener publicidad sobre bares que se encontraban a las orillas de Seúl.

Miró el cuerpo de todos los chicos, intentando encontrar el de aquél chico que tanto le había llamado la atención, hasta que sintió una mano en su hombro.

- Joven Chwe, ¿se puede saber que está haciendo? - Dijo acercando su rostro a la pantalla de mi celular.

Rápidamente bloquee la pantalla esperando que no viera aquella foto.

- Nada, profesor - Dije apenado.

- Sabes que no debes ver pornografía en clase Hansol, hablaré contigo al final - Dijo en tono de regaño.

Maldito viejo.

En cuanto dijo aquéllo, todos voltearon a mi dirección.

Miré a la izquierda notando como Mingyu y SoonYoung tenían las mejillas infladas intentando contener la risa.

No me gustaba ser la burla de la clase así que em 2 segundos volví a mi estado de chico "vale madre" y miré al profesor con una sonrisa de lado.

- Vamos profesor, si quiere que le pase algunos vídeos, no necesita decirmelo hasta el final de la clase - Dije en tono de burla.

Me miró incrédulo y su cara enriqueció, supongo que fue por el enojo.

- ¡Chwe! ¡A la oficina del director! - Gritó señalando la puerta.

Reí y tomé mi mochila listo para salir, pero justo en el marco de la puerta giré y me despedí de los chicos, quienes también tenían cara de burla, sabía que les encantaba mi actitud.

Recorrí el pasillo en camino a la dirección, donde sabía que recibiría probablemente algún regaño del director y uno o dos reportes.

No me interesaba en realidad, ya era costumbre, pero se me hacía tedioso tener que soportar a la secretaria que siempre terminaba coqueteandome.