Capítulo 51

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*Narra SeungKwan* 

  — ¿Qué diablos pasó?— pregunté al ver el estado en el que se encontraba en frente de mí.   

  — ¿Me caí?— me contestó intentando disminuir mi notable enojo con aquella broma.

Ambos estábamos frente a la gran entrada del colegio junto a SeungCheol y JiHoon, quienes simplemente miraban con atención mi reacción.

  — ¿Qué mierda? No es gracioso, ¿estás bien? — me aproximé a él, estirando mis brazos para tomar entre ellos su rostro y poder apreciar mejor los graves moretones sobre su piel, la cual ahora se encontraba pintada de colores esmeralda, marrón y lacre, los cuales formaban pequeños círculos, rastros de los que en algún momentos fueron golpes de lo que parecía que fue una gran pelea.

  — Estoy bien, son sólo unos pequeños manchones, seguro se quitan un unos días.

— Mentiroso... ¿Qué fue lo que te pasó?— pregunté con notable preocupación.

  Silencio. Esa fue su respuesta, la cual sólo me angustió más.

— ¿Con quién peleaste? ¿quién te hizo daño?— volví a preguntar con el ceño fruncido.

  — Nadie, descuida — se alejó y poco para poder tomar mi mano y colocarme a su lado— realmente no es nada, vayamos a clase antes de que nos pongan retrasos a todos— y dicho esto comenzó a avanzar, llevándome con él e ignorando completamente las miradas sorprendidas que le daba todo el alumnado a medida que nos adentrábamos al colegio.

Muchos murmuraban al vernos, pues aún no superaban el echo de vernos caminar juntos y menos...

Oh.

Bajé la mirada lentamente, iniciando en su hombro hasta llegar a donde estaba lo extravagante.

Él tomaba mi mano con firmeza, entrelazando nuestros dedos a la vez, como si eso realmente fuera una acción normal y de todos los días.

No, no lo era. 

Antes él solía tomarme del brazo para llevarme en camino a las golpizas, sin embargo nunca lo hacía directamente de la mano. 

Bien, no era momento para recordar todo eso. 

Lo único que podía sentir en ese momento era alegría. Pude sentir como mis mejillas se incendiaban y el color subir por éstas. Incluso por unos segundos olvidé que él estaba a tan sólo unos centímetros de mí con la cara cubierta de golpes y un poco desfigurada debido a la hinchazón.

No sabía si los murmuros se bebían al estado físico de Hansol o por el hecho de que nos veíamos tal cual como una pareja (o eso quería pensar yo, quiero que piensen que él es mío, incluso si no es verdad).

Ni siquiera me di cuenta en que momento habíamos perdido a SeungCheol y a JiHoon.

  — Escucha, hablaremos de esto más tarde, ¿sí? por ahora sólo entra a tu clase antes de que inicien —dijo cuando estuvimos frente a mi aula. 

  — Bien... Pero realmente hablaremos de esto —le apunté con mi dedo indice — tienes que contarme la verdad — le hablé con firmeza, fingiendo valentía. No era fácil para mí, sentía que si le elevaba el tono podría enojarse y mandarme al demonio.

  — Te lo prometo —colocó su dedo meñique frente a mí y yo inmediatamente lo tomé, afirmando así la pequeña promesa. Sin poder evitarlo, sonreí.

  — Bien, te veo en el almuerzo — le contesté, para soltar nuestras manos y dirigirme a mi salón, sin embargo tomó mis hombros, hasta girarme y quedar de frente.

  — No dudes en llamar si pasa algo, aquí está mi número, vendré corriendo, ¿entiendes? no dejes que ningún profesor se acerque demasiado, pueden ser unos pervertidos —dejó un pequeño papel sobre mis manos y dejó un pequeño beso sobre mi nariz antes de dar vuelta e irse con rapidez para no llegar tarde a su propia clase.

— Tonto... — murmuré con una gran sonrisa en mi rostro y las mejillas totalmente encendidas.

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*Narrador omnisciente* 

  — ¿Crees que se enfade mucho? —preguntó SeungCheol a JiHoon mientras iban camino al aula del menor.

  — No creo, a fin de cuentas, lo hizo para darle un merecido a ese estúpido anciano —contestó el rubio, caminando con su típico gesto neutral.

  — Cierto, aunque al parecer le dio batalla, ¿viste que tenía la cara echa mierda? —dijo con un tono burlón, intentando hacer sonreír un poco a JiHoon.

  — No es gracioso, animalado, él tiene más pantalones que tú—dijo y entró a su salón, sin siquiera despedirse del mayor.

Cheol se sintió instintivamente mal al ver como su pequeño se alejaba de él, hasta sentarse al lado de un chico castaño al cual le sonrió de inmediato. 

Ese gesto sólo logro hacer que el corazón de Cheol se apretara un poco más. 

Él quería que JiHoon le sonriera de esa manera, y ciertamente no sabía exactamente que era lo que hacía mal. Normalmente hacía bromas un poco pesadas y lo sabía, pero lo hacía en un pequeño intento para lograr llamar la atención del rubio y sacarle mínimo una pequeña risa.

Fue ahí cuando se le ocurrió la idea de dejar las bromas pesadas de lado y pasar a unas un poco más confiables... humor totalmente blanco.

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Ya en el almuerzo, SeungKwan notó que Hansol no estaba por ningún lado, sólo encontró a JiHoon caminando hacia él, pero no había rastros de los chicos que últimamente no se despegaban de ellos.

  — ¿Y SeungCheol?— le preguntó en cuanto llegó a su lado.

  — No sé, se me salió del bolsillo.

  — ¿Estás de mal humor?— su tono de voz cambió a uno un poco más burlesco al notar el ceño fruncido del más bajito.

  — Claro que no, sólo tengo mucha hambre, vamos a comer —le contestó JiHoon, caminando directamente a las cocineras. 

Y es que aunque no quisiera admitirlo, la razón del mal humor de JiHoon era que SeungCheol no había estado afuera de su aula, esperándolo como lo hacía últimamente para llegar juntos al comedor. Llegó a pensar que tal vez el mayor se comenzaba a cansar de su actitud y eso era algo que temía, aunque no pudiese admitirlo debido a su gran orgullo, le encantaba ver como el pelinegro se portaba súper caballeroso con él sin importar que tan grosero fuera. 

  — Entonces, ¿no sabes donde están? —le preguntó SeungKwan, refiriéndose a Hansol más que a su amigo.

  — No tengo ni idea, seguramente estarán besuqueándose con alguna de las putas alumnas del colegio de al lado—habló con furia, sin notar el efecto que traían esas palabras no sólo en su amigo, si no también en él mismo y es que no podía evitarlo, estaba extrañamente furioso.

  — No lo harían...—susurró el castaño mientras sentía una gran presión sobre su pecho.


You are my kitten. [Verkwan]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora