Capítulo 8

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Capítulo VIII

Las lecciones de natación finalmente comienzan a dar sus frutos.

Finnick Odair ha sido comprensivo al permitirles usar la alberca de entrenamiento. Katniss comentó que probablemente se sentía culpable por haber intentado ahogar a Peeta en la primera lección. Peeta prefería pensar que no todas las personas eran malas.

Un día, tras un mes de prácticas nocturnas, Katniss se dirige a las duchas, satisfecha de los avances de Peeta. Mientras que él, mira embobado la ruta por la que se ha ido.

-Cierra la boca –escucha que Finnick le dice en son de burla. –Así que estás enamorado del tempano de hielo ¿uh?

Peeta se siente molesto por las palabras de su 'mentor' –lo dices porque es inmune a tus encantos. –Es consciente de que es su superior pero han llegado a una cómoda familiaridad que es fácil tutearse.

El vencedor se ríe con tantas ganas que Peeta siente podría escucharse en todo el campamento. –Quizá tengas razón. Realmente te importa ella, ¿no es así? –dice después de una pausa. Sus famosos ojos verde mar lo escudriñan como si quisiera conocer todos sus secretos.

Peeta se encoge de hombros –es mi amiga, claro que me importa.

Finnick lo mira con sospecha, pero sonríe de todas maneras –si tú lo dices ¿quién soy yo, con todos mis encantos, para contradecirte?

El joven pandero gira los ojos y coge su toalla para seguir el mismo camino que Katniss ha tomado.

-¿De qué tanto se ríe, Odair? –pregunta la joven. Ella ya está cambiada y seca su cabello. Peeta nunca antes la ha visto tan bonita. – ¿Peeta?

-Nada interesante. Supongo que simplemente le gusta escucharse reír –le da por toda explicación. –Me doy una ducha rápida y te acompaño a tu dormitorio.

Katniss asiente saliendo de los baños.

Diez minutos después Finnick ha insistido en unirseles. Cuando dejan a la joven, cambian sus pasos hacia donde Peeta descansa.

-Los he escuchado hablar la otra noche –Dice repentinamente el joven de cabello broncíneo.

Peeta se detiene para verlo con el ceño fruncido –no sé a qué te refieres.

-Vamos. ¿Pertenecen al distrito doce, no? Se de primera mano que las cosas por ahí son difíciles.

Peeta se hace el desentendido, pero por dentro está preocupado. Hace tres noches a Katniss se le salió un comentario de inconformidad contra el Capitolio. Peeta creyó haberlo ocultado muy bien pero ahora ya no está seguro de ello.

-Escucha, Peeta. Me agradas –continúa el vencedor en voz baja –y si tu entrenador te ha enviado conmigo, es porque considera que eres de fiar y que te diferencias del resto.

-No me conoces bien –dice el joven con cierta desconfianza porque ¿Qué puede querer Finnick Odair de él?

-Tienes razón, pero sé de lo que es capaz un hombre enamorado –le dice y Peeta se pregunta internamente si lo dirá por experiencia propia. –Y creo que esto podría interesarte.

-Háblame claro –le dice Peeta cansado de las evasivas – ¿Qué es lo que quieres?

El vencedor más joven de los Juegos de Hambre sonríe sospechosamente antes de darle una respuesta completa.

.

Transcurre otro mes antes de decidir que Peeta no requiere de más clases privadas.

-¿Y cómo es? –pregunta Rue un sábado en que se junta con Katniss y Madge para lo que la rubia ha bautizado como noche de chicas.

Aunque el cielo se derrumbéDonde viven las historias. Descúbrelo ahora