Capítulo XI
No ha podido observar por una última vez, la zona que por algo más de dos años fue su hogar. En cuanto fue elevada hasta el aerodeslizador que estaba por dejar tierra, entró en pánico total y quería volver por Peeta. Rue y otros más tuvieron que sujetarla mientras le inyectaban en el brazo un tranquilizante que la noqueó por horas.
Ahora mismo está parada en la fila que registra a los nuevos miembros del distrito trece.
O lo que parece más bien un búnker de guerra.
Mientras avanza lentamente observando las oxidadas paredes de viejo acero, siente como la ansiedad crece dentro de ella. ¿Aquí es donde su madre y Prim han vivido durante todo este tiempo? Intenta sentir la inmensa felicidad que esperaba al imaginar la escena del reencuentro incontables veces en su cabeza, pero no tiene el éxito deseado.
Y Peeta Mellark tiene la culpa en esto.
A pesar de que Katniss quiere sentirse traicionada, porque Peeta ha escogido la causa antes que huir con ella, no puede hacerlo. No puede sentir nada negativo contra su panadero, nada que no sea añoranza absoluta.
Si Peeta estuviera ahí a su lado, ella no se sentiría toda nerviosa y temblorosa. Con sus dulces palabras lograría tranquilizarla y hasta le sacaría una sonrisa, diciéndole que de ese modo Prim reiría más que llorar al verla.
-Siguiente –indica la voz fría e impersonal de una mujer vestida en un traje militar verde claro, la ropa que todos parecen usar por aquí.
Katniss avanza hasta la mesa donde son tomados sus datos personales y una muestra de su sangre, con la que se analizará si no lleva algún virus contagioso y se decidirá qué tan saludable está para colocarla inmediatamente en algún trabajo útil para la oculta población del trece.
Como Rue es menor de edad, ha sido dirigida a otra zona para ser revisada y como viaja sin familia, intentarán investigar que ha sido de sus familiares que viven en el distrito once.
Katniss pregunta por su hermana y su madre, pero le dicen que ahí no le pueden brindar esa información. Con absoluta seriedad le entregan un uniforme y una desgastada papeleta que detalla el reglamento de vivir bajo tierra. También le muestra el protocolo a seguir en diversos casos de emergencia y le informa además, sobre el manejo de horarios y otros asuntos.
La joven se ve obligada a pasar por una rápida ducha, y debe dejar sus prendas viejas en un cesto. Lo único que le es permitido retener, es la fina cadena que porta la perla que Peeta le ha dado. No necesita nada más.
Aunque se debe reprochar que con las prisas se haya olvidado el pin que Madge le diera hace tiempo.
Autómata sigue avanzando por donde le es indicado y llega a otra zona donde le asignan su compartimiento –siga por los ascensores, tercer nivel, en el pasillo de la izquierda encontrará su habitación. Ha sido acomodada con sus familiares.
La explosión de felicidad opaca rápidamente cualquier sentimiento de tristeza que pudiera haber sentido, justo en el instante en que visualiza a su pequeña hermana, ahora una señorita, quien la mira con sorpresa y la boca abierta.
-Cielos... –apenas puede articular cuando la dulce rubia se arroja a sus brazos y dice su nombre con lo que parece un chillido de sentimientos encontrados.
-¿Katniss? –escucha entonces que su madre le habla desde el interior del reducido espacio que es su habitación.
Prim la deja ir sin dejar de llorar y reír. Katniss sabe que se encuentra en el mismo estado, pero eso no le impide darse cuenta de cuanta falta le han hecho, incluso su madre. En un conmovedor abrazo lleno de reconciliación y perdón, las mujeres mayores Everdeen se reencuentran –mamá...
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Aunque el cielo se derrumbé
FanficEn su último año elegible para la Cosecha, la vida de Katniss Everdeen da un giro inesperado cuando los rebeldes declaran la guerra al Capitolio. ¿Es posible amar en medio de un conflicto bélico? *Una historia sobre el amor en tiempos de guerra* ...