Inesperadamente, Thomas entró por la puerta principal y apenas hubo llegado ante mí, me encajó un beso al cual respondí tímidamente.
-Thomas, vaya sorpresa. No te esperaba a estas horas- dije disimulando mis ganas de encontrarme sola.
-Pronto seremos marido y mujer, compartiremos todo el día y noche juntos. Esta me parece una buena manera de comenzar a hacerlo- explicó mientras se acercaba aún mas.
Era tarde, los sirvientes ya habían cenado y retirado, esperando el momento en que alguien volviese a llamarlos y ellos acudirían. A su vez, mi dama de compañía, Lucy, se encontraba en las afueras de la ciudad saludando a unos parientes relativos.
-No es frecuente que acostumbramos a estar solos, rodeados de tanta serenidad y privacidad- resaltó mientras apoyaba una de sus manos sobre mi hombro.
Y así mismo volvió a besarme, esta vez mientras sus manos recorrían torpemente mi cintura. No sabía bien si debería hacer algo o solo adoptar mi papel, tal como había dicho, tarde o temprano pasaríamos todo el día juntos. Y con esa frase no me olvido del hecho de que tendremos que llevar a cabo ciertas actividades en las que no tenía mi total interés, pero negarle el sexo a un hombre no era tarea de una mujer, ni mucho menos una forma de honorarlo.
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Dejar(te) ir.
RomanceY ella parecer ser la única que no entiende al amor o, peor aún, el amor no la entiende a ella. Él descubre que la pasión no siempre se reduce a lo físico y que en una sola persona se puede encontrar un lugar seguro y lleno de inestabilidades a la...