8.1

131 14 0
                                    

-¿Qué tal me veo?- atinó Emilio mientras acomodaba el cuello de su camisa.

-Increíble compañero, si yo fuese mujer de seguro estaría ante tus rodillas-dije mientras contenía la risa.

Emilio me lanzó una mirada de advertencia y giró de vuelta hacia el espejo para anudarse la corbata. Yo, por mi parte, disfrutaba de mi copa de coñac mientras esperaba que mi amigo termine de alistarse.

Estaba muy satisfecho con los resultados de esta última semana, la editorial había alcanzado el doble de ventas esperando y cada vez sumábamos más lectores. En no mucho tiempo tendría que abrir otra sucursal si el negocio seguía por este camino.

Dejar(te) ir.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora