El nuevo trabajo:

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Que dolor de cabeza, nos pasamos con los mojitos como con las cervezas que veía salir una y otra vez del restaurante. La resaca era real y tenía que llegar antes de diez minutos a clase, ¿lo mejor? sigo acurrucada en la cama.

Por los pelos, un minuto más tarde y me quedo fuera. Entro a clase bajo la mirada de todos, ya que mi cara de haber dormido poco se notaba a cientos de kilómetros. Daniel no pudo evitar reír al ver que no podía ni con mi alma.

Se me pasó el día demasiado rápido, me dormí lógicamente.

-Buena siesta eeh -burlaba Daniel-

-Cállate, que sueño por dios. -bostecé-

-Nos vemos después, hasta luego. -se despidió Daniel con un agradable pico-

Llegué a casa y lo primero que hice fue apoyar mi cuerpo en uno de los dos sofás azules para hecharme una agradable siesta la cual me vendría genial, después de la noche de ayer.

Ni dos minutos tardó el móvil a sonar, tiene un detector de siestas, lo cogí frotandome los ojos.

-Dime Daniel.

-No soy Daniel -se reía-

-¡Silvia!

-Exacto -reía- deduzco que estabas durmiendo.

-Deduces perfectamente. ¿Ha pasado algo?

-No, no tranquila. Te llamaba por lo de el trabajo, mi jefe te va a dar una oportunidad, empiezas esta noche, bailarás conmigo.

-¿Enserio? Gracias.

-Debes venir a mi casa inmediatamente, te enseñaré algunos pasos, te prestaré ropa, maquillaje y un buen peinado.

-De acuerdo, en unos quince minutos estoy en tu piso. -no vivían lejos-

-De acuerdo, hasta ahora.

Colgué y empecé a meter lo imprescindible en uun bolsito no muy grande, lo típico, las llaves, una batería portátil, pañuelos, auriculares, y el móvil. Salía de mi portal y mi tope con Daniel en la panadería.

-Hola Iria, ¿dónde vas?

-Voy....a casa de Silvia. -estaba nerviosa-

-¿Qué se celebra?

-No, nada. Hemos quedado para charlar.

-Ah bueno, entonces nos vemos mañana.

-Adioss -alargué la s-

-Te quiero -susurró el muy bajito-

-Yo también -grité a los cuatro vientos-

Llegué a casa de Silvia donde me estuvo preparando, una faldita muy y cuando digo muy es muy corta, un top el cual parecía un humilde sujetador, unos zapatos de tacón más altos que mis piernas y una pulsera roja para diferenciar las categorías de las bailarinas. El maquillaje, pues unos labios rojos que resaltaban a la mínima, la raya del eyeliner muy larga y gruesa para que se hiciera notar, pestañas postizas que llegaban perfectamente a mi frente y unos coloretes llamativos. Mi pelo estaba recogido en una simple coleta alta, acabada en tirabuzones muy correctos y una cinta que recorría la goma de la coleta de color rojo, del mismo tono que mis labios.

-¿Así tengo que ir todos los días? -pregunté bajandome un poco la falda-

- Me temo que sí.

Salimos de casa de Silvia, íbamos exactamente igual, lo único que diferenciaba era la pulsera, la suya era negra, iba tres categorías por encima de mi. Una gabardina de tono marrón tirando a beis hasta las rodillas hacia que no temblara tanto de frío.

Entramos a una discoteca bastante amplia, unas siete mesas redondas en mitad de la pista, un escenario donde se colocarían otras quince y en la barra cuatro bailarinas más.

-Bueno Silvia, esta es Iria tu amiga ¿no? -sería el jefe-

-Sí, Kevin, esta es Iria la nueva incorporación. -nos saludamos con dos besos en las mejillas-

-Está bien, Iria tú te colocarás en la mesa 4, y tú Silvia ne han comentado que has ascendido asi que pasarás a la barra.

-Perdone, nos dijeron que bailaríamos juntas -interrumpí yo-

-Lo siento, al ser de distintas categorías no podéis ir juntas.

-Iria, como hemos ensayado -me tranquilizó ella-

-Mira, sé que es duro venir aquí y ponerte a bailar delante de todos encima de una mesa tu sóla, pero aquí nadie puede tocarte. Solo es espectáculo. Relájate, lo harás muy bien.

Suspiré, miré el reloj que se localizaba encima de las botellas de Ron, las 23.56, era hora de subirse a la mesa y empezar a bailar. Uno de los ayudantes del local me colocó una escalera la cual me ayudaba a subir, destapé mi cuerpo quitando la gabardina y agarrandome a la barra que había en medio de la mesa, di una vuelta para observar todo.

El reloj marcaba las 00.02 debía de empezar a bailar dos segundos después de que mis compañeras que estaban en el escenario empezaran a mover las caderas.

Mis nervios volaron en el primer giro de cadera, me apoderé de la barra al igual que de los escasos centímetros de la mesa; observaba las caras de aquellos chicos no mayores de 27 años, algunos me resultaban conocidos del instituto y eso, y otros me miraban con deseo al igual que a las demás. Piropos, gritos, palmas y bailes era lo único que se respiraba allí.

Dos giros más, después de agacharme, apoyarme en la barra y dar un salto haciendo temblar en la mesa me quedaba para que el primer día de trabajo acabara.

-Iria, te has desembuelto realmente bien, si sigues así en tres semanas asciendes otra categoría a escenario. -me felicitó el jefe-

-Muchas gracias, la verdad es que al principio me daba muchísimo corte, pero después era todo muy fácil.

-Aquí está su paga de esta noche -me correspondió con 200€-

-Gracias, hasta mañana.

Silvia y yo nos abrochamos el abrigo y fuimos a casa después de estar cuatro horas bailando. Me despedí de Silvia y tuve que andar sola hasta mi urbanización con aquellos tacones que me estaban destrozando los pies.










(perdón por la tardanza)<3









Recuerdos. (Dani Auryn)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora