La pillada:

84 9 2
                                    


No descansé mucho ya que el despertador, mi querido amigo, nótese la ironía, estaba sonando. Las 07:45 como no me levante llegaré bastante tarde y no es plan que el último día de la semana encima de tocarme con la de biología, llegue tarde.

"Buenos días Iria", estaba enfadada la profesora, he de decir que hasta las 08:15 no me levanté y toda la mañana ya fue un completo caos.

Tenía unos ojeras que se podían divisar a bastantes metros de distancia, pero no suspuso problema porque ahora tendríamos una hora libre.

-Pequeña -se sentó Daniel a mi lado, eso significaba que estabamos en la hora de guardia-

-Dime -bostecé-

-No dormimos bien ayer ¿eh? -burló con esa sonrisa que tanto me gusta-

-Pues muy poquito la verdad.

Al estar en última fila y no haber profesor, junté las piernas de Daniel, me tumbé en mi silla y apoyé mi cabeza en sus piernas, quedándome totalmente dormida.

-Iria, Iria despierta -empezó a moverme Daniel-

-Mmm...

-¡Iria!

Pegué tal brinco que me clavé la mesa en los muslos y del dolor le pegué una bofetada a Daniel en el hombro. Me despertó porque ya era hora de irse a casa, y ahora que lo pienso hoy otra vez a trabajar, llevo un día y estoy agotada.

-Ultimamente no me escuchas -dijo Daniel-

-Lo siento, estaba en otra cosa ¿qué decías?

-Que si te apetece que salgamos hoy a cenar, es un viernes y tengo ganas de estar contigo; ¿qué dices?

Mierda, ahora que hago tengo trabajo, empiezo a las 23:45, si me doy prisa ceno con Daniel, me cambio allí y listo.

-Vale, a las 20:30 me recoges ¿no?

-Me parece estupendo -me dio un beso en la mejilla y se fue-

-No comí nada, llevo dos días sin comer, pero necesito descansar, asi que me tumbé en el sofá con la chaqueta y empecé a cerrar los ojos dejando que los sueños saliesen por sí solos.

No puede ser, me volví a dormir. Son las 19.45 y en cuarenta y cinco minutos Daniel está aquí como un clavo.

Encendí el grifo de la ducha, necesitaba relajarme pero solo quince minutos, quince minutos cayendo gotitas por mis hombros. Cogí la plancha, el secador, los peines, la ropa, el maquillaje y los zapatos; ya informé a Silvia de lo que ocurría asi que no había problema; me dirigí al espejo del salón que es más grande.

Una vez secado y planchado más o menos el pelo, me hice la coleta del trabajo con el lazo rojo y sus perfectos tirabuzones; me coloqué el top y encima una camisa con un nudo en la cintura, la falda extra corta me la puse debajo de otra falda algo más larga y en un bolso bastante amplio metí los tacones, ahora me pondré las super-star; me maquillé con el maquillaje correspondiente y por último la colonia.

Medio segundo después escuchaba el timbre y el silbido de Dani esperándome fuera; salí y me miró con cara de estupefacción.

-¿Tan mal voy? -me miré-

-No, no, vas estupenda pero de pasar a unas sudaderas con vaqueros a unos labios rojos intensos hay un gran paso.

-¿Vamos?

-¿Tienes prisa? -agarró mi mano haciendome estar más tranquila-

-No, solo que tengo hambre. Llevo dos días sin pegar bocado.

-Iria, acabarás en el hospital, come o iré yo a tu casa a darte la comida como un crío.

-Te espero entonces -ojeé la carta de comida en el restaurante-

Daniel empezó a reír. Cenamos bastante bien, pero estaba muy incómoda ya que solo miraba la hora del móvil.

-¿Estás bien?¿Esperas a alguien?¿Tienes prisa? -me lanzaba preguntas-

-Noo, pero debería irme a casa, que luego no hay quien me despegue de las dichhosas sábanas.

Eran las 23:45, menos mal que la discoteca estaba al lado sino llegaría tarde como siempre. Me despedí de Daniel, me sabe muy mal parece que no me importa, y salí corriendo teniendo cuidado de que no me viese a la discoteca. Me quité la camisa, la falda y me puse los grandes tacones.

Vuelta por allí, vuelta por allá; eran las 04:03 y me quedé parada hasta que todos empezaron a gritarme y continué bailando. Esa cara que entraba allí, esos ojos, esas formas de andar, Daniel.

A medida que se iba acercando yo no dejaba de quitarle ojo y a la vez taparme la cara. Los abucheos empezaban a notarse en toda la discoteca.

-¡Iria quítese las manos de la cara! -me gritó el jefe que estaba en la barra sirviendo a Daniel y sus colegas-

Mi perdicción, Daniel se dio la vuelta y me vio, su cara fue un completo cuadro. Salió empujando a gente de allí, pedí ayuda para que me bajaran y salí detrás de él bajo los gritos de mi jefe.

-¡DANIEL ESPERA! -gritaba una y otra vez sin lograr que me hicera caso-

Se paró en un semáforo, corrí, pero con aquellos tacones lo que logré fue torcerme un tobillo, y al agacharme para ver si estaba hinchado los tíos de la entrada me miraban el culo y silbaban.

-Volveis a silbar y os juro que os parto la boca -les amenazó Daniel-

-Daniel

-No quiero hablar contigo.

-Escúchame por favor.

-¿Ha sido Silvia verdad?

-Yo acepté.

-¿Por qué?

-Porque necesito el dinero Daniel.

-Iria joder, habermelo pedido.

-Nunca.

-Paso de discutir, ve a mover tus caderas mientras otros te desean con la mirada, y mis celos se apoderen tanto de mi cuerpo que acabe en comisaría por partir bocas por tu culpa.

Se iba andando a paso despacio, mientras mi rimel se iba corriendo por mis mejillas.

-¡Mira bonita, fui bueno ayer. esto va contra las normas, entra ahora mismo y baila!

-No eres quien para obligarme.

-Tu jefe, ¿te parece poco?

-Estoy hablando con mi ¿amigo?¿novio?

-Me da absolutamente igual. -me cogió del brazo tirando de mi bruscamente-

-Ah, me haces daño.

-Grita, esto es una pequeña parte de lo que te espera. -amenazó-

Ahora lo entiendo todo, Daniel no quiere que yo trabaje aquí porque a Silvia le violaron, lo que no entiendo es porque me recomendó este puesto.

-Daniel -grité intentando soltarme-

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: May 12, 2017 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Recuerdos. (Dani Auryn)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora