Ardiendo en el infierno.

Diecisiete.

Siempre fue él. Aunque lo disfrace de mil caras por miedo a cometer algún error. Era él. Estaba allí, listo para mi, estaba tan ciega que no lo veía, que creía que después de tanto sufrir por nuestros errores ya no quería tiempo para ambos, siquiera espacios. Siempre debí elegirlo a él. Daniel supongo que por eso siempre buscabas la forma de traerme de regreso, porque en el fondo tu sabias que a pesar de los mil gritos aquí era donde debíamos estar, que debíamos querernos y no dejarnos marchar. Gracias, por buscarme, por quererme. Por demostrarme que no me hace falta ser la mas guapa para obtener amor, por llamarme Venus y regresarme las ganas de dar amor. Perdón por lo poco que te doy, lo siento si no soy suficiente. Se que eres tu, sabes. Aquel hombre que en sueños me llevaba al cielo en cada orgasmo. La silueta sin rostro que me decía mil frases de amor. Ahora se que eres tu, ahora lo entiendo. Ahora puedo verte. Supongo que esto es lo mejor. Supongo que es hora de dejar de lado la idea de arder en el infierno y así poder volar contigo porque desde el cielo todo se ve mejor, si.