Aventura VIII: Parte 3

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Parte Tres

Cabalgaron y cabalgaron, mientras que a cada momento parecía aumentar el calor... "esperen... esperen ¡¿Porque hace más calor?!" se pregunto la pelirroja.

"Si se supone que vamos acercándonos a las montañas de la paz ¿no debería hacer más frío?" reflexionó la chica mientras se abanicaba de cuando en cuando.

—¿Como que hace calor, no creen? —dijo Odette sudando a más no poder.

—¿En serio? —dijo Dardo quien no parecía muy incomodo.

—Ojala mi armadura, tuviera más ventilación —se quejaba Kerman

—Yo también me siento acalorada, pero debemos terminar rápido con esto —dijo Halima con enfado, el calor aumentaba de manera exponencial su mal humor natural.

No demoraron tanto en llegar al volcán, pero el calor les provocó la sensación de que se encontraban arriba de los caballos desde hacia décadas, así que cuando al final llegaron a su destino, el estado de animo de todos estaba bastante trastocado —de todos menos de Dardo, quien parecía estar en un día de campo cualquiera—; así que al enfrentarse al ascenso que debían hacer; que era bastante empinado, nadie abrió la boca y solo refunfuñaron a medida que subían.

Poco a poco, mientras subían el camino este se fue angostando, por lo que cuando estaban como a la mitad de la montaña, el camino se había convertido en un misero sendero rodeado de ríos de liquido rojo ardiente.

—¡Miren! Ríos de lava —advirtió Halima

—Sabias que, mi querida Halima —dijo la curandera en un tono parecido a cualquier profesor de la academia—, el "Volcán Furioso" se llama así porque, por lo menos, dos veces a la semana, lanza escupitajos de lava que terminan transformándose en estos ríos.

Halima dijo "ah". ¿Qué más podría decir ante lo anterior? No es como si ella fuera una enciclopedia ambulante como para rebatir o completar lo que había dicho la curandera. Por suerte, esto no derivo en un silencio incomodo, porque en eso Dardo desapareció por sorpresa durante unos minutos , para luego reaparecer de nuevo e informar que había encontrado una entrada escondida.

La dichosa entrada no estaba muy lejos —lo que explicaba la vuelta rápida del ninja— y era una especie de escotilla que desembocaba en un pasillo subterraneo —lo que explicaba porque Dardo había desaparecido tan de sorpresa— y el cual estaba iluminado por una luz tétrica que venía de un río de lava que se encontraba al final del pasillo.

—No estoy muy segura de esto —dijo la pelirroja, pero al ver que todos avanzaban, no le quedo más alternativa que seguirlo.

Llegaron hasta el río de lava y Halima pensó "¡genial!" con sarcasmo, el camino se bifurcaba en dos y ambos caminos le parecían igual de peligrosos.

—Vamos a separarnos —sugirió Odette

—¡¿Que?! ¡No! —gritó Halima aterrada.

—No pasa nada, querida —dijo Odette—. Yo voy con Dardo y tú con Kerman, así todos estaremos seguros.

Halima no vio esta solución con buenos ojos, tenía la sensación que algo se le escapaba, pero no le quedo otra que aceptar porque quería recorrer todo lo más rápido posible.

Fue así como los jóvenes tomaron una ruta diferente; Dardo y Odette por la derecha, mientras que Kerman y Halima iban por la izquierda. La hechicera y el guerrero caminaron por diez minutos en un completo e incomodo silencio, cosa que ponía a Halima cada vez más nerviosa.

—Y Kerman ¿Cómo has estado? —pregunto la chica, ya harta de esperar que el joven castaño dijera algo.

—Bien —fue la escueta respuesta del chico

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