Parte Cuatro
Incrédulos, los integrantes del H-Squad se miraron entre sí, era obvio el porqué no podía ocultarse ni atacar furtivamente. ¡Es imposible pasar desapercibido, siendo un Dragón de más quince metros de alto! Pero en eso, Halima vio la oportunidad de completar la misión sin perder la vida en ello.
—Disculpe, señor Dragón, pero el maestro Dardo no puede recibir discípulos que han sido culpados de crímenes contra la humanidad ―explicó la chica mientras con una mirada (que el ninja comprendió de inmediato) les dio a entender que la dejaran hablar a ella, ante esto el resto del grupo solo asintió.
—¿Qué crímenes se supone que he cometido? ―dijo el dragón―. Yo solo me he alimentado de ganado salvaje, es una dieta estricta para mantener la figura. En la época actual, los humanos son catalogados como comida rápida, poseen demasiada grasa para encontrarse en una alimentación balanceada, sobretodo de un dragón como yo, que cuida su salud ―dijo con aire docto―, por otro lado, el tesoro que ven aquí me lo legó mi padre como herencia, los tesoros actuales son en su mayoría hierro pintado de dorado... humanos ¡pobres tontos! ahora solo vale la pena robarles a los enanos―comentó el gran animal, con aire resignado.
—Entonces ¿Qué hay sobre el robo del ganado del pueblo cercano? ―preguntó Halima—, el maestro Dardo ha venido a investigar el tema y nos ha traído a nosotros como voceros y guardaespaldas ―preguntó y explicó la hechicera, ante los rostros de extrañeza de Odette y Kerman, mientras Dardo solo asentía con la cabeza.
—¡Ah!, eso... bueno si siguen por ese pasillo ―indicando la ruta por la que él había venido―, llegaran a la base de la montaña donde se encuentran escondidos muchas ovejas. Estaba tomándome una pequeña siesta de unos cincuenta años, cuando un grupo de humanos comenzó hacer un ruido tremendo y me despertó ―explicó el enorme animal―, al parecer estaban creando una puerta escondida.
Ahora Halima tenía una idea bastante certera sobre lo que había sucedido, pero para confirmar lo que había dicho el dragón solo tenía que bajar y cerciorarse que allí se encontraban los animales robados, luego de algunas deliberaciones el dragón accedió a guiarlos y no tardaron ni diez minutos en llegar a la base de la montaña. Cuando el dragón se encontraba cerca de las ovejas, estas asustadas comenzaron a balar y apiñarse en una de las esquinas de la cueva, en eso un par de hombres entraron a la caverna para calmarlos.
Siguiendo las indicaciones de Dardo ―aunque en realidad era Halima la de la idea― el dragón apareció por el corredor con rostro fiero y tanto hombres como animales salieron despavoridos; las ovejas a esconderse en los arbustos más cercanos y los maleantes, hacia la ciudad.
―Ahora desbarataremos la banda ―explicó Halima, mientras Dardo desaparecía para seguir a los hombres, con la idea de no perderlos de vista―. ¿Quisiera ir a limpiar su buen nombre al pueblo, señor dragón? ―preguntó la pelirroja hechicera, sumisa.
—Mmm... solo si me ofreces una disculpa por reírte―dijo el dragón , pues su raza no es de los que olvidan fácilmente los agravios.
—Humildemente ofrezco mis disculpas a usted, imponente y majestuoso dragón por reírme antes ―se disculpó la hechicera con rapidez, temblando con nerviosismo—, espero que comprenda que fue de puro nerviosismo al encontrarme ante tan sublime ser.
—Disculpa aceptada ―dijo el dragón―, después de todo somos compañeros discípulos, me llamó Sleth.
―Yo soy Halima, este es Kerman y ella Odette ―le indicó la hechicera, haciendo las presentaciones de rigor, mientras se encaminaban hacia el pueblo.
No tardaron mucho en llegar ―después de un rato, a Sleth se le ocurrió que podía volar y decidió llevar a los jóvenes héroes en su lomo, lo que fue una pésima idea ya que los tres terminaron con fuertes nauseas debido al brusco cambio de altitud―. Así, ante la expectación, sorpresa y horror de todo el mundo, el dragón y el mareado H-Squad aterrizaron frente a la posada donde los maleantes se habían escondido, según la información dada por Dardo unos minutos antes. En ese momento, hicieron llamar al jefe, al cual le explicaron todo el asunto.
―Sal de ahí, posade'o― llamó el jefe del pueblo― sabemo' que tú eres el lide' del grupo de bandido' que roba las oveja' del pueblo―dijo aunque no era del todo cierto, ya solo era una suposición hecha por Halima.
—¿Cómo puede'n probarlo? ―preguntó el posadero desde el interior del edificio.
—El dragó' nos lo dijo ―informó el jefe.
—¿Le cree' a un dragó'? ―preguntó nuevamente el posadero.
—¿Has visto algún dragón mentir? ―dijo Odette, dejando la pregunta en el aire.
—Yo... este... la verda'... ―dudó el posadero.
—¡Sal de ahí, humano! ―gruño Sleth, ya sin ninguna paciencia―, te he visto en mi montaña, juntando esos animales ―explicó el dragón―. ¡Sal de ahí, si no quieres que te saque de un soplido! ―gritó.
Esta amenaza fue efectiva, ya que cinco minutos después el posadero ya se encontraba frente a frente al jefe de la aldea, con actitud sumisa y acompañado de los tres hombres que habían escapado de la caverna en las montañas.
—¿Por qué lo hicite'? ― preguntó con voz chillona el líder de la aldea, sorprendido por el actuar de su vecino.
—¿Cree que da' mucho dinero tener una posada' aquí, jefe? ―preguntó el hombre con resignación―¡Sí esto' cuatro fueron mis primero' cliente' en mese'! ―reclamó.
Meneando la cabeza en signo de resignación, el jefe de la aldea se llevó al posadero para encarcelarlo y que esperara allí su juicio por todo el daño que había hecho, con esta decisión final el grupo suspiro aliviado.
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—¿Y me dejará ser su aprendiz? ―preguntó por enésima vez Sleth a Halima mientras está alistaba sus cosas para volver a la academia.
—No lo sé, no lo sé ―dijo Halima―, preguntáselo a él ―respondió ya harta de la insistencia del dragón. Después de tenerlo cerca casi todo el día, su aspecto ya no le atemorizaba, de hecho hasta en cierta forma, se parecía a un perrito faldero que tenía en su casa.
—Es que no lo encuentro ―dijo Sleth haciendo puchero, que en un dragón como él, resultaba grotesco.
Halima se encogió de hombros y el dragón blanco se alejó suspirando, al poco tiempo apareció Dardo en el cuarto.
—¿Por qué no lo aceptas? ―preguntó Halima, sabiendo que el ninja entendería a que se refería.
—Imposible ―respondió
—Entonces, recházalo ―sugirió nuevamente la joven.
—Imposible ―fue nuevamente la respuesta.
—Pues ponló a prueba ― fue la sugerencia de ahora y con la que los ojos de Dardo se iluminaron.
Halima supuso que la idea le había gustado, porque desapareció al instante. Más tarde cuando el H-Squad por fin se alejaba de esa fría ciudad, el ya no tan fiero dragón blanco salió a despedirlos con alegría inusitada diciendo.
—¡Los veo en dos semanas en la academia!
¿FIN?
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Desaventuradas Aventuras del H-Squad
FantasyHalima es una de las hechiceras de su generación, por lo que fue obliga... digo seleccionada para formar parte del grupo de héroes más fuerte de la Academia Instructora de Salvadores Mundiales (más conocida como la A.I.S.M). Sigue las aventuras de e...