Capítulo 3: Piscina y sorpresas

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Acababa de ponerme el pijama y decidí acostarme en la cama cuando de repente me entró un whatsapp “Deja abierta la ventana que da a la casa del árbol. Derek:)corriendo fui a abrirla y le conteste el mensaje “Ya lo hice. ____:)”. Me estiré y de golpe me quedé dormida, estaba cansada y tenía ganas de desconectar del mundo por todo lo ocurrido esa noche.

Noté como el lado derecho de la cama se hundía, no le di mucha importancia ya que tenía mucho sueño y debería estar en trance pero, unos brazos rodearon mi cintura y me pegaron a él, me desperté y pude percibir ese olor, ese perfume que tanto me gustaba. Era Derek.

-¿Derek?- pregunté medio dormida.

-Sí, soy yo, quería estar contigo- me susurró flojito a la oreja.

En ese momento mi cabeza empezó a pensar en cómo había cambiado este chico, el Derek gamberro que no paraba de hacer bromas se había vuelto un Derek más dulce y agradable. Me gustaba. “Acabas de reconocer que te gusta”, mi conciencia volvió a hablar, como no. Me gustaba esa personalidad no es que me gustara él le dije a esta, “Sí, sí, lo que tú digas”.

Me desperté y el chico seguía a mi lado y debo reconocer que me gustaba. ¿Has oído conciencia? Me encantaba este nuevo Derek, el anterior también me gustaba, pero este más aún. Iba a levantarme pero no pude porque sus brazos me seguían rodeando y nuestras piernas estaban entrelazadas. Miré el reloj y vi que eran las nueve y media, mi madre se iba ahora a trabajar y siempre que se iba a la tienda, entraba a la habitación a despertarme para que no me pasara toda la mañana sobando, sí, soy capaz de dormir hasta la tarde. Necesitaba hacer algo, como mi madre nos viera a los dos en la cama, aunque no estuviéramos haciendo nada, pensaría mal, muy mal.

-Derek… Derek…- le susurré para que se despertara y se escondiera en el baño.

-¿_____? ¿Qué pasa?- me preguntó dormido y aún sin soltarme.

-Mi madre entrará dentro de nada, metete en el baño y no hagas ruido- le ordené mientras lo levantaba con mi poca fuerza.

Se metió en el baño y yo me comencé a vestir, de repente entró mi madre a la habitación. Menos mal que me desperté antes porque nos llega a ver a los dos y nos defenestra.

-¿Mamá, sabes que antes de entrar se debe llamar a la puerta?- le regañé mientras acababa de ponerme la camiseta.

-Pero hija mía si te he cambiado los pañales miles de veces, no hay nada que no haya visto ya-me respondió mientras me daba un beso en la mejilla.

-Pero mamá, necesito un poco de intimidad, que ya tengo dieciséis años…-le empecé a decir y ella me cortó.

-_____ hija, si quieres intimidad vístete en el baño y se solucionan los problemas- me dijo mientras se acercaba a la puerta del baño para abrirla y mostrármelo.

-¡NO! ¡MAMÁ NO ABRAS LA PUERTA!- le grité y rápidamente me puse delante de la puerta con los brazos abiertos para que no pasara.

-¿Qué pasa? ¿Qué escondes _____? ¿Hay alguien dentro?- me preguntó con los ojos abiertos como platos.

-Nada, nada y no hay nadie dentro- mentí- mamá, acabo de llenar la bañera y he puesto el calefactor porque hacía mucho frio, no abras porque se irá el calor- le di una explicación no muy creíble la verdad. Yo era una negada mintiendo por varias razones, como que nunca me sale ninguna excusa y siempre que tengo que mentir o negar algo me entra la risa y me pongo colorada, lo dicho, un desastre.

-Ahh vale, bueno yo me tengo que ir ya, si no abriré tarde- me volvió a besar y se fue cerrando la puerta de la habitación.

Ufff porque poco, me dije a mi misma mientras me dejaba caer en la cama y ponía mis manos en la cara mientras me echaba el pelo para atrás.

Roba mi corazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora