Capítulo 4 : de vuelta a América

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Narra Mike:

Llegué corriendo a casa, me había costado mucho encontrar la calle, incluso había tenido que parame a preguntar. Mi tía me estaba esperando en el portal:

-Tu padre te está esperando arriba- dijo seriamente

-¿Cómo es que está arriba? -no me lo podía creer, se suponía que estaba en América trabajando- ¿No estaba trabajando?

- No, se ha tomado unos días libres para venir a verte- me dijo - esta mañana llamó para decirte que estaba en el avión pero tu colgaste antes de que él te lo acabara de decir. Intenta ser lo más amable posible. - Dijo intentando sonar lo mas comprensiva posible.

-De acuerdo.- no me gustaba nada la idea de ser amable con él, no se lo merecía.

Subí aquellas estrechas escaleras hacía el piso de mi tía, sabiendo que mi padre estaría allí y que esta vez no podía escapar. Abrí la puerta y ahí estaba él con su pelo negro con unas cuantas canas y su traje negro de empresario. Para algunas personas mi padre siempre tenía un aspecto amenazante y se cortaban cuando le veían, pero ese no era mi caso, yo tan solo lo veía como realmente es: un hombre, que era como todos los demás.  

Como siempre, se giró y pero esta vez no dijo nada, tan solo dio un folleto donde ponía "Viaje para dos personas a  Hawái" y debajo de ese gran título una foto de las islas y un complejo de hoteles. Me lo quedé mirando, intrigado y preguntándome porqué me lo había dado. Entonces el pronunció las últimas palabras que hubiera querido escuchar:

-Vámonos a casa, hijo.- sus ojos me miraban suplicando.

-¿Por qué ahora? - dije desconfiando.

-No quería decirte esto tan repentinamente pero... -no sabía cómo decirlo - he decidido que, me voy a volver a casar.- No podía creer lo que estaba escuchando, ¿Volverse a casar? Hacía poco más de un mes que mamá murió y ¿ya estaba pensando en eso?

-No pienses así- me dijo como si pudiera leer mi mente - Es una mujer simpatiquísima y amable, y verás cómo te acaba gustando. Hijo, por favor, esto es muy importante para mí, volvamos a casa. - me rogó.

-De acuerdo- solté a regañadientes- volveré contigo a casa, pero eso no significa que te haya perdonado.

Al día siguiente tomé el avión que me llevó de vuelta y me prometí a mi mismo que olvidaría todo lo ocurrido aquel verano, solo hasta poco después me daría cuenta de lo mucho que me equivoqué pensando que podría olvidarlo.

la mariposa de alas blancasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora