capítulo 2 : la vuelta

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No podía ser! ¡Me había chocado con el chico de la ventana! Lo primero que pensé fue en dar media vuelta y salir corriendo, cuando se escuchó un ladrido, fui corriendo hacia allí impulsivamente, ¿sería Bobby?

Llegue a donde él estaba, había unas cajas vacías y entre ellas se podía ver a un perro, era oscuro, de pelo negro y muy delgado. Me agache al lado del chico y en cuanto el perro me vio se abalanzo hacia mí.

-¡Bobby! Al fin te encuentro- dije aliviada y le acaricie la cabeza.

- Debe de ser tuyo - señalando a Bobby, me sorprendí ya que había olvidado por completo de que aquel chico seguía al lado mío – me alegro que hayas encontrado tu mascota sana y salva.

- Gracias, pero no es… - no me dejó acabar la frase

-Lo siento pero me tengo que ir, ¡hasta la próxima! – me sonrió muy tiernamente y se fue, era un chico raro, todo había que decirlo, tal y como apareció de la nada había desaparecido.

Cogí a Bobby, estaba empapado, y empezamos a hacer el camino de vuelta, pero esta vez mas rápido que antes por la lluvia que seguía cayendo.

En unos minutos llegamos a casa de la señora Maximillian, alertada por la lluvia que nos había caído, me dio una toalla para que me secara y un paraguas para poder volver a mi casa. La señora Maximillian era una persona muy amable y simpática, siempre me apoyaba y me decía que le gustaba mucho que yo paseara a Bobby.

Salí de su casa y me despedí de ella como siempre, empecé a caminar por las calles bajo mi paraguas, ya no tenía prisa ni tenía que correr bajo la lluvia, pensé en lo primero que haría en llegar a casa, darme un baño. Al entrar en casa, mi hermano Alex estaba esperándome, mi hermano era algo bajito (siempre hacia bromas con eso) y su pelo moreno y de piel muy blanca; era algo normal ya que en mi familia todos tenemos los ojos de un marrón intenso y la piel muy blanca. Vino corriendo hacia mí, y me abrazó:

-¿Cómo se te ocurre salir de casa sin paraguas? Estaba preocupado – dijo apartándose de mí, siempre era tan melodramático.

- no seas tan exagerado- sonreí – seguramente te has pasado toda la mañana jugando – le guiñé el ojo y él se rió.

- vale, si, me has pillado – dijo agachando la cabeza mientras se reía, los dos empezamos a reír como siempre. -¡Ay! Es verdad, tienes que bañarte, ¡mira lo mojada que estás!

Subí a mi habitación, abrí el armario y preparé mi ropa, cogí la toalla que mamá había dejado sobre la cama para que me bañara y me fui al baño. Tras un largo reto de relajación volví a mi habitación, me puse los cascos para escuchar música y me quedé pensando.

La verdad es que no tenía ganas de volver al instituto, no sabía que era lo que me esperaba aquel año pero decididamente quería cambiar las cosas, el año anterior no tenía amigas, solo una compañera la cual me dejaba los bolis o lo que necesitara, pero yo lo que quería en realidad era formar parte de esa clase. Quería ser sociable y tener más amigos, como los demás, pero cada vez que conseguía acercarme a una persona no sabía que decir y esta, incómoda, se acababa marchando. Este año estaba dispuesta a cambiar, a pasar de ser una oruga a una mariposa que batiera sus alas libremente.

La verdad es que no sabía cómo decirle eso a mi hermano, él siempre me preguntaba sobre el colegio, como me iba, si tenía amigas, etc. pero nunca tuve el valor de decirle que en realidad estaba sola casi todos los días, tampoco no sabía cómo decirle que no quería empezar este nuevo curso para que todo volviera a ser como antes.

Desde aquel día, no me ocurrió nada interesante, los días pasaban y siempre hacia lo mismo: iba, paseaba a Bobby, y volvía a casa. Esas actividades se convirtieron en mi rutina diaria, pero una cosa tenía segura, no quería que ese verano acabara, no todavía. A cada día que pasaba, más nerviosa me ponía al pensar que quedaba menos para el nuevo curso.

Tan solo quedaba un día para volver a clase, estaba súper nerviosa, no sabía qué hacer y por mi mente pasaban todo tipo de preguntas: "¿les caeré bien?", "¿haré amigas?", etc. Mi madre al ver lo nerviosa que estaba intentó calmarme, me preguntó que si quería té a ver si así no me ponía más nerviosa y asentí con la cabeza, inmediatamente mi madre fue a la cocina. Me encanta el té que hace mi madre para el dolor de estómago y los nervios, siempre funciona muy bien y hace que te relajes y veas las cosas con otro punto de vista, pero desgraciadamente eso no haría que me pudiera saltar el primer día de clase.

El día llegó, no había podido dormir casi nada aquella noche y acabé levantándome a las 8 de la mañana aunque el horario era de 11 a 14, no había nadie en casa, mi madre se había ido a trabajar y mi hermano, estaba con sus amigos. Me puse unos tejanos y una camiseta cualquiera, mi cabeza no paraba de dar vueltas, cuando, de repente,  se me ocurrió una idea. Fui corriendo a buscar el móvil, quería llamar a mi compañera del año pasado:

-¿Hola? Ainoa, ¿estás ahí?- Pregunté avergonzada.

-Mmm.... Sí dime...- su voz se notaba rasposa- Me acabo de levantar, ¿querías algo?- decía dormida aún.

-Perdona si te he despertado, ¿hoy vas a ir andando hasta el colegio? He pensado que podríamos ir juntas.- deseaba con todas mis fuerzas que dijera que sí, así tendría más confianza en mí misma para ir.

- Claro, ¿quedamos a las diez entonces?- preguntó somnolienta

- Vale, a las diez en tu portería.- colgué rápidamente para que así ella pudiera dormir un ratito más.

Estaba contenta, menos mal que Ainoa había aceptado, me habría dado mucho corte ir yo sola al colegio. A las 10 me dirigí hacía la portería de Ainoa, ella me estaba esperando allí, llevaba unos vaqueros y una camiseta de tirantes a rayas y por supuesto su mochila rosa de siempre, donde llevaba el desayuno. En cuanto me vio me saludó con la mano, llegué a la portería y comenzamos a caminar:

-¿Cómo te ha ido este verano?- me preguntó entusiasmada

- Bien, ya sabes, como siempre. ¿I tú?- intenté desviar el tema

- La verdad es que muy bien, he conocido a mucha gente nueva y nos hemos hecho amigos- siempre había admirado esa facilidad que tenía Ainoa para hacer amigos nuevos.- Espero que este año vengan personas nuevas a clase, ¿no crees?

- Sí, seguro que serán muy majos- No sabía que era peor, seguir con las personas que ya conocía y que no sabían nada de mí o que vinieran nuevos e intentar ser su amiga. Pero mi tiempo de reflexión no duró mucho, habíamos llegado al colegio.

la mariposa de alas blancasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora