Todo empezó un día de setiembre, quedaban pocos días para empezar el curso. Era un día muy extraño, era verano pero no había parado de llover en toda la noche, hacía frío, como si fuera pleno invierno. La verdad es que no había dormido mucho aquella noche, debido a la lluvia y al viento.
Me había quedado mirando por la ventana de mi habitación, no sabía qué hora era, pero ya se veían los primeros rayos del sol que sobresalían de los edificios de la ciudad. Mi despertador empezó a sonar, me di la vuelta y me dirigí a la mesita de noche, situada al lado de la cama: Marcaba las 8 de la mañana.
Me di cuenta que en toda la noche no había conseguido dar una cabezada, pensé en volver a la posición donde estaba antes, ponerme los cascos con mi música y mirar como amanecía en ciudad hasta sumergirme de nuevo en mis pensamientos, pero ya me había pasado la mayoría de aquella noche así, y no quería volver a tener que pensar en los problemas, así que se me ocurrió ir a ver que hacía mi hermano. Fui hacia su habitación y entre abrí la puerta, todo estaba oscuro, las persianas estaban bajadas, no podía ver con claridad. Pero como siempre su habitación estaba hecha una pocilga: toda la ropa puesta en cualquier sitio, sin un orden alguno. Entre aquel montón de ropa, pude distinguir su cama y a él enredado como una bolita y durmiendo. Despacito volví a cerrar la puerta, para no despertarlo y volví lo más silenciosamente posible hasta mi habitación. La verdad es que no había caído en que podía estar durmiendo.
Desilusionada y sin nada que hacer abrí la puerta de mi habitación, me senté en mi cama y empecé a pensar en cómo podría pasar el tiempo hasta que alguien se despertara, pero no se me ocurría nada. Me puse los cascos para que así no se escuchara el ruido de la lluvia y me tumbé en la cama. En cuanto sonó la primera canción, el ruido cesó, y me quedé dormida por la falta de sueño.
«Estaba un colegio que no me era familiar, el pasillo era muy largo y amplio, a mi derecha había seis puertas de color verde y a mi izquierda solo había ventanales desde los cuales se podía ver la entrada de la escuela. Me asomé, se veía algún que otro alumno corriendo hacía el edificio y todos llevaban un uniforme de color gris, los chicos en traje y las chicas con camisa y falda. El profesor que me acompañaba se dirigió hacia la segunda puerta, la cual tenía un cartel que ponía "1r de bachillerato", me puse de puntillas para poder mira por la pequeña ventana de la puerta. La clase era muy grande, había bastantes pupitres, al lado de la puerta estaba el profesor, explicando lo que parecía una clase de mates, al final de la clase había varias estanterías con libros y diccionarios y en frente mío había cuatro ventanales. Me fijé en un chico, que estaba sentado al lado de la ultima ventana, miraba hacia lo que parecía el patio del colegio cuando el profesor le llamó la atención, despistado, se giró y me miró.»
Me desperté, mi hermano me estaba llamando para desayunar, bajé corriendo las escaleras y miré el reloj de la cocina, ¡eran las doce! Cogí una tostada y salí corriendo de casa, no podía llegar tarde a mi trabajo de medio tiempo.
Durante el verano siempre me había cogido trabajos pequeños, como por ejemplo ayudante en una panadería, repartiendo propaganda de un tienda, etc. Dado que mi familia no ganaba mucho dinero. Aquel verano, la señora Maximillian, que vive en mi barrio me ofreció dinero por pasear a su perro Bobby, ya que ella ya no lo podía hacer. La señora Maximillian era una mujer mayor, tenía el pelo blanco y la cara redonda, siempre tenia esa sonrisa amable en su rostro y me miraba con sus ojos azules, estoy segura que debió de ser muy guapa de joven.
La señora Maximillian me estaba esperando en la puerta de su casa, estaba apoyada en su bastón y Bobby estaba detrás, tenía cara de cabreada cuando me dijo:
-¿Que sea la última vez que llegas tarde de acuerdo? Por esta vez te lo dejo pasar.- Como siempre fue muy amable conmigo. Sonrió y dio media vuelta para volver adentro.
Cogí la correa y me llevé a Bobby a pasear, fuimos al parque de siempre, me gusta mucho ir a ese parque. Es bastante grande y puedo caminar junto a Bobby durante unas cuantas horas y olvidarme de los problemas. Después de un rato caminando, llegamos a una zona donde los perros pueden jugar, lo solté y me senté en un banco, mientras Bobby se entretenía yo volví a mi mundo de pensamientos, miles de preguntas se me pasaban por la cabeza, pero la realmente la que me preocupaba era: "¿quién será ese chico de la ventana?"
Ya era hora de volver, llamé a Bobby, que estaba jugando con un pastor alemán, y vino corriendo, le puse la correa y empezamos el camino de vuelta. Mientras paseaba por el parque las nubes se fueron yendo dejando el cielo despejado, me sorprendí mucho al ver como brillaba el sol en diferencia a como llovía por la mañana. Salí del parque para dirigirme a casa de la señora Maximillian cuando Bobby vio a un gato, se puso muy nervioso, empezó a estirar de la correa, intenté sujetarlo hasta que mi fuerza no pudo soportarlo y se soltó, salió corriendo calle abajo.
No sabía qué hacer, Bobby corría mucho y era muy rápido, dado que era un galgo, cuando salió corriendo tan solo lo pude seguir durante 5 segundos y después simplemente lo perdí de vista. Estaba sola, no sabía por dónde buscar, pero tampoco podía volver sin él, no podía soportar tener que decirle a la señora Maximillian que lo había perdido, no a ella. Decidí buscar-lo hasta que fuera la hora de volver y si al final no lo conseguía llamar a mi hermano para que me ayudara. Cogí la primera calle hacia la derecha, iba corriendo y gritando "Bobby, Boobbyy! " y empezó a llover, pero eso no era lo que importaba, tenis que encontrarlo como fuese.
Corría y corría sin encontrarle, estaba empapada y ya no tenía ninguna esperanza de encontrarlo, no sabía cuántas calles había pasado ni donde estaba, ahora la que se había perdido era yo, estaba en un callejón, miré a un lado y otro intentando situarme cuando vi a un chico, era muy alto, su pelo era rubio, me gustaba el pelo, no era del todo rubio sino que tenía unos mechones más oscuros que otros, como de castaño muy claro y sus ojos de color azul marino, su mirada estaba perdida, como si estuviera preocupado por algo. Me acerqué a él, me di cuenta de que iba tan mojado como yo.
Se agachó y empezó a buscar algo por aquel callejón en el que acabé, no sabía si girarme e irme por donde había venido o seguir adelante por aquel callejón, de repente pude ver como sonreía y me di cuenta de una cosa: era el chico de la ventana.
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la mariposa de alas blancas
Novela JuvenilEsta historia, narra la vida diaria de Clara una chica que no es guapa ni popular simplemente, a ella, no se le da bien hacer amigos ni es abierta con los demás. Debido a unas circumstancias Clara deverá superar situaciones incómodas y que la pondr...