Nunca me voy a dejar de sorprender de lo que pueden llegar a causarnos nuestros propios pensamientos. No niego que nos ayudan a superar situaciones, pero creo que en mi solo tienen un efecto mayormente negativo. A veces simplemente no quiero pensar en nada, y en el intento de querer hacer eso, pienso el doble. Y ahí empieza todo; la angustia, una presión en el pecho constante, un vacío enorme, las ganas de llorar, de sentir que te explota la cabeza, ese nudo en la garganta, temblar, el no poder respirar. Todo eso me causa desesperación y aparece el pánico.
Es extraño lo que voy a decir, pero es lo que siento. Estuve dos años con panico y yo solo tengo en mi mente todo lo que me ocurrió en esos dos años, no me acuerdo de como era yo antes de empezar con este trastorno, es decir, no recuerdo como era mi reacción ante ciertas situaciones que ahora me causan los ataques de pánico. No se como hacia para enfrentar esos momentos en los que ahora directamente no puedo ni presenciarlos.
Durante los primeros meses de mi pánico, no podía salir a ningún lado, el lugar mas seguro era mi habitación; incluso hablar con alguien por alguna red social me causaba angustia y miedo. En cada intento de salir de mi casa, ya sea para ir a la escuela o a otro lugar, me ponía mal; tenia voluntad en salir pero cuando estaba en otra parte, sentía que el mundo se me venia abajo y ahí se despertaban todos los síntomas de mi pánico. La pase pésimo durante el primer año, nadie podía sacarme ese vacío y angustia que sentía. De igual manera, de a poco lo estaba enfrentando.
Cuando comencé el siguiente año, ya estaba mas controlada, seguía haciendo terapia y tomando los antidepresivos que me daba la psiquiatra, aunque mi familia estaba en contra de que los tomara, yo creo que si fueron de gran ayuda. Estaba sintiéndome mejor y controlando cada vez mas lo que me pasaba. Pero cuando todo estaba bien, vuelve a pasar algo que me iba a afectar y mucho, no solo a mi, sino a toda mi familia.
La internación y el fallecimiento de mi abuelo fue lo mas duro que tuve que atravesar, intentaba estar fuerte para mi familia pero sentía que me estaba muriendo por dentro. Mi psicóloga me dijo una vez: "no podes ser el sostén de alguien, si no podes sostenerte a vos misma". Y cuanta razón tiene, quise ser algo que no podía y eso me termino destruyendo en cierto punto, sumado al dolor de haber perdido a mi abuelo. Fueron dos meses en los que no di importancia a lo que me pasaba, hasta que llego el momento en el que volví a caer, esta vez en depresión. Nunca en mi vida me sentí tan muerta en vida como en ese momento. Lo único que hacia era llorar, aislarme, dormir y cuando estaba despierta pensaba en lo mucho que quería morirme. Dormía para no estar despierta, suena tonto y obvio lo que digo, pero al no estarlo no podía pensar y de alguna forma dejaba de torturarme con mis pensamientos; lamentablemente hasta en los sueños sufría. Quise hacerme daño, pero nunca tuve el valor de hacerlo, por suerte, porque esa no es una salida.
En mi caso, hacer terapia fue de muchísima ayuda y gracias a eso pude enfrentar todo y lograr controlar lo que me pasa.
Desde mi experiencia, lo que aconsejaría a alguien que este pasando por un momento así o parecido, es buscar ayuda, no quedarse callado; sé que es difícil pero si uno sigue ocultando lo que le pasa y sigue guardándose todo, va a llegar a un momento en el que no va a saber que hacer y se va a sentir cada vez peor. Dejarse ayudar es el primer paso que podemos dar para sentirnos, de a poco, mejor.
Todos nosotros, en determinados momentos de nuestras vidas, necesitamos tener asesoramiento y recibir la ayuda de otras personas.
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