El chico de la librería

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Pídele el numero! Gran idea cerebro. Y es que no entiendo como lo hice, como fue que se me cruzó decirle: Si quieres puedes pasarme tu número, tal vez podría ayudarte un poquito. Claramente no estaba en mis cabales, porque eso nos llevó a chatear, y chatear nos llevó a agradarnos, y agradarnos nos llevó a la cita que estoy a punto de vivir con el estómago todo revuelto.

De pronto el recuerdo de nuestra primera conversación se viene a mi mente:

-Buen punto, no soy ni antisocial ni una solterona, de hecho, prefiero los perros. Estoy algo obsesionada con el mío.- Lucas sonrió, bueno, de hecho sonreía todo el tiempo desde que se había sentado en la mesa, aquello me gustaba, no porque tuviese linda sonrisa (la tenía), sino porque cuando sonreía con la boca también lo hacía con sus ojos.

-Yo tengo 2 perros, y créeme que ningún chico respetable tiene tantas fotos de sus mascotas en el teléfono.- Sacó su celular y me mostró el fondo de pantalla. Eran dos border collie completamente adorables, uno marrón y el otro blanco y negro.

-¡No puede ser! ¡Mi perra es de la misma raza!- Exclamé un poco más emocionada de lo que debía.