No puedo creerlo. Verdaderamente no puedo creerlo. No puede ser que tras cada cita siga sintiéndome de esta manera. Quiero decir... he salido con chicos, HE BESADO CHICOS, he hecho más que besar chicos... Pero claro, aún sigo derritiendome como maldita gelatina antes de verme con uno. ¿Cual es tu problema Bianca? Céntrate un poco.
"Y es que no es cualquier chico..." pienso para mis adentro y sonrío.
Siempre pensé que esta clase de cosas solo le sucedían a las chicas de las novelas, de las películas, y suena cliche decirlo, pero no te enamoras perdidamente de un amor de librería sin conocerlo y acabas teniendo la oportunidad de descubrir si todo lo que te has imaginado es de verdad todos los días.
Cuando vino a hablarme sentí el nudo en el estomago más grande que jamás había sentido. Tantos días intentando sobreponerme a la idea de que estaba enganchada con un chico que claramente tenía una vida fuera de mí, una vida conformada por amigos y mujeres y que no tenía porque sentirse igual respecto a mí; A pesar de sus gestos, de sus miradas, aquello no implicaba que yo fuese importante. ¿Porque un muchacho sentiría aquella conexión especial con una chica que apenas conoce? Esas son fantasías de adolescentes mujeres, los chicos no piensan en esas cosas.
Todos esos pensamientos surcaron mi mente y luego de lidiar con ellos me decidí a volver, a pretender que nada había pasado. Ni siquiera estaba segura de si fingiría que nada había pasado, de si continuaría con aquel juego o de si lo ignoraría. Simplemente fui...
Y nada pasó como me lo imaginaba.
Por suerte.
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El chico de la librería
Short StoryContinuación de "La chica de la librería". Creditos de esta hermosa portada a @harrytakeacat