Capítulo 5

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Irina en Multimedia

Capítulo 5

Ya había pasado un mes desde que Allen se estaba quedando en la mansión de Scarlett. Nada había cambiado, ir a la escuela y después entrenar con su equipo. No había vuelto a ver a su primo salvo en algunas materias que ambos compartían, ni si quiera se disculpó, y no es que el castaño las estuviera esperando.

Ya era viernes, las clases seguían aburridas como siempre. El castaño se encontraba en la cafetería con su equipo comiendo unas hamburguesas con papas fritas, estaban charlando de su próximo partido y del lugar que irían en la noche para divertirse. Habían elegido uno bastante cómodo para sus bolsillos y cerca de sus casas. Acordaron quedarse unas cuantas horas, ya que el entrenador les había amenazado que si tomaban de más estarían en graves problemas, así que prometieron no hacerlo salvo un refresco o una gaseosa.

Iba a levantarse para pedir otra hamburguesa cuando sintió unas delicadas manos sobre sus ojos. Una suave risa resonó cerca de su oído, reconociéndola fácilmente.

— ¿Quién soy? — preguntó sonriendo.

— Sé que eres tú Irina — sonrió.

— No es justo, ¡Los chicos te dijeron! — dijo mirando al equipo.

— Claro que no, tu risa te delató, ahora suéltame que no veo nada.

— Ya va — respondió sentándose a su lado.

— ¿Cuándo volviste? — preguntó.

— Ayer en la noche, estaba tan cansada que no se los dije. Además, quería darles una sorpresa — volvió a sonreír.

Según Irina, había estado de viaje por problemas familiares, se fue casi un mes a Europa más no a que país. Desde la última vez que la vio, lo único que había cambiado de ella era que su cabello rubio había crecido un poco más. Era una cabeza más baja que él, de grandes ojos verdes con un toque de amarillo alrededor del iris.

— ¿Qué tal tu viaje? — preguntó amablemente.

— Pues muy bien, habíamos ido a visitar a una tía de mi madre que se encontraba mal de salud pero que ahora está muy bien. Aunque mi mamá insistió en quedarse un poco más hasta que ella se recupere totalmente. Así que solo regresamos mi papá y yo — dijo — También quería decirte que...

— Pero miren quien regresó, si es nuestra encantadora pitufa.

— ¡Cállate rubio teñido! — dijo volteando a ver a Connor.

— Yo también te extrañe mucho — sonrió lanzándole un beso provocando que ella haga una mueca de asco.

— Pues yo no, estaba bien sin ver tu horrible rostro.

— Solo es la envidia que te hace hablar, ya quisieras tener este cuerpo y este rostro, nena — guiñó un ojo coqueto haciendo una pose de diva.

— Si no es que te gustan las mujeres, pensarían que eres completamente gay —sonrió malvadamente — y serías el pasivo de la relación.

El rubio la mira horrorizada, cubriendo inconscientemente su trasero con ambas manos provocando unas sonoras carcajadas por parte del equipo. Connor la miró molesto y jaló un mechón de su cabello.

— No me simpatizas — dijo sacando la lengua.

— Pues ya somos dos — dijo también sacando la lengua y frunciendo el ceño.

— Ya dejen de pelear que tenemos clase — dijo el castaño separándolos y caminando hacia su próxima clase seguido de su equipo.

— ¡Hey Allen, no me dejes con el chango este! — dijo Irina.

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