Capítulo 18

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Los Romanov se reunieron en un lugar especial que usualmente era usado para este tipo de situaciones. Cada trabajo necesitaba los implementos especializados, un material sumamente resistente para proteger sus pieles y espacio para guardar armas. Los chicos estaban en una de las habitaciones preparándose, cada uno ya vestía sus trajes especiales, lo único que les faltaba era guardar las armas en cada rincón de su cuerpo. Hasta sus zapatos estaban provistos de armas, cada una escondida en el lugar menos esperado.

En otros de los cuartos, Scarlett se había cambiado su traje de oficina por uno de trabajo. Un top sin mangas con cello largo color negro a juego con los pantalones de cuero pegados como una segunda piel. Sumándole unas botas altas de cuero negra con tacones grueso para encubrir las cuchillas escondidas. En ambas piernas anudo unos pares de navajas y pistolas para que sea mucho más fácil desenvainarla. Ató su cabello en una cola alta sujetándola con dos horquillas para evitar que se interpusiese en su camino de atacar al enemigo. Algunos mechones rebeldes se dejaron escapar dándole un aspecto más encantador. Abrió uno de los cajones para sacar un estuche que anudo a su cintura, lo revisó para ver varias jeringas en fila. Se miró al espejo para comprobar su aspecto, aunque estaba de acorde a la situación sentía que le faltaba algo.

— Sí, más armas — se respondió volviendo a acercarse a la pared en donde se encontraban su arsenal acomodado

Cuando se sintió conforme con todo lo que se había escondido en todo el cuerpo, cogió de la percha un sobretodo de cuero resistente. Se lo puso encima como una capa, abrochó el cuello con una cadena dorada, y sonrió viéndose al espejo. Se veía majestuosa, irradiaba superioridad y poder, se sentía emocionada y la adrenalina arrasaba cada fibra de su piel

Coqueta y arrogante, belleza deslumbrante...— tarareo dando una suave vuelta para coger su celular y guardarlo en su canguro que tenía atado a su pierna

Salió de la habitación encontrándose con lo demás afuera esperándola para partir. Caminaron por los pasillos hasta la salida del lugar, a fuera sus hombres la esperaban armados hasta el cuello. Sonrió emocionada, otro trabajo que empezaba de maravilla.

— ¡Vamos a partir en este momento! ¡Nuestro punto de encuentro es el puerto, todos deben seguir sus rutas marcas nos veremos ahí! — ordenó a sus hombres, se giró sobre sus talones y miró a sus hermanos — Partamos, debemos ser los primeros en llegar

— Entendido — respondieron los cuatro

Los tres mayores se subieron en la primera camioneta que estaba estacionada atrás de ellos el par de menores se subieron a un deportivo negro con lunas polarizadas. Todos estaban listos para partir, ya nada los detendría. El auto de la jefa fue el primero en arrancar seguido de los demás, cada auto siguió la ruta establecida ordenado por su líder.

— Faddei, envía un mensaje a Raiza, es su turno de que ya salga a nuestro punto de encuentro

— Estoy en eso no es necesario que me lo digas — respondió viendo su móvil — Ya me respondió, ya partió

— Perfecto, Buria monitorea toda nuestra área, ya sabes lo que tienes que hacer

No espero respuesta y miró hacía la ventana, las luces de la ciudad comenzaba a encenderse dándole a bienvenida a la noche. Tomó su móvil y reviso su bandeja de mensajes, leyó uno en particular y su corazón se calmó. No había nada por la cual estar angustiada era un trabajo como todos los que había realizado. Escribió un simple mensaje y volvió a guardar el móvil en uno de los bolsillos secretos. Mejor ayuntaba el mal presentimiento que le recorría la piel, llamar a la desgracia no era precisamente lo que necesitaba, seguro era el cansancio que le hacía tener esa energía negativa. Debía de relajarse iba a un trabajo no era el momento de pensar en la caza de personas que estaba haciendo por el individuo que le envió flores.

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