The Beatlegirls 2

Después de 35 años

Después de aquel momento, les juro que no sabía cómo sentirme. Stevens se encontraba más confundido que yo y Linda no dejaba de llorar. Ringo y yo no sabíamos si alegrarnos y gritar de alegría, pero lo cierto es que los dos teníamos una incomodidad sorprendente.

—Eh... ¿Puedo preguntar? —le dije a nuestro singular amigo.

—Oh, claro que sí—dijo el novio de Elissa—, como les dije, yo leí el libro del señor Lennon y me fascinó. Además, ya estaba un poco al tanto de este gran misterio, se me hacía increíble que ni la policía ni nadie pudiese descubrirlo. Me llegó el famoso Cynthia, escrito por John Lennon. Fue algo que me sorprendió, toda la historia y... ya saben, en un hospital no tienes mucho que hacer.

"Así que le propuse algo a mi encantadora novia:

—Eli, ¿Sabes algo respecto a las acciones de la policía por el asesinato de Cynthia Lennon?

—No, no querido—me respondió—. Creo que no han abierto el caso.

—Pregúntale a nuestro amigo Stevens si tiene interés de reabrirlo.

Eso mismo pasó, por la desesperación con la que el señor Lennon escribió su libro, pude deducir que eso sentían los señores Harrison y Starr, así que... tal vez, aprovechando estos momentos, irían a pedirle al superior de la New Scotland Yard que siguiera con el caso. Así pasó, eso me lo notificó Elissa, y también me dijo que lo tendría que hacer casi ilegalmente, y le di la magnífica idea de servir de ayuda para algo.

Le dije que era muy probable que Stevens hiciera todo eso solo y sin nadie que le ayudase, porque tomaría mucho tiempo volver a abrir el caso legalmente. Así que, tal vez, frustrado por las peticiones del señor Harrison y el señor Starr, iba a hacerlo por sí mismo. Sin embargo, los sospechosos siempre mienten, así que Elissa es psicóloga, sabe y detecta muy bien cuando una persona miente. Le propuse que sería buena idea que ayudara, pero... no pediría dinero, ella pediría..."

—- ¡Que tú salieras un día! —interrumpió Ringo, tanto él como yo escuchábamos muy interesados el relato de nuestro nuevo amigo.

—Efectivamente, así pasó. Digo, sabiendo la amenaza que se encontraba Stevens, era obvio que no se iba a negar ante las premisas de mi novia. Pero no lo hice por puro placer, al contrario, desde que leí la escena que el señor Lennon describió, bueno... eso me hizo tener la teoría desde un principio, pero necesitaba comprobarla.

"No sé si ustedes hayan leído el libro del señor Lennon, pero yo recuerdo muy bien como describió el momento del asesinato de su esposa. Recuerdo las partes más importantes, pareja que sale, están ebrios, noche lluviosa. El señor Lennon dio tantito la media vuelta y cuando volteó, sólo pudo ver una camioneta gigante de color negro que salía disparada, no pudo ver ni un rostro de las personas, ni las placas porque cayó y se arrastró al cuerpo de su esposa. Intentó levantarla y despertarla, pero todo fue en vano. Al tener esa escena en mi mente: Creí, firmemente, que los asesinos ya los estaban espiando desde muchísimo antes de que salieran de su casa en Nueva York, solamente que, esperaron el momento adecuado para hacer su acto atroz. Eso pasó y se aprovecharon de la lluvia, del estado de los señores Lennon. Por eso, pude deducir desde un principio que se trataba de un hombre fornido, muy fuerte y con brazos demasiado anchos como para sostener una arma de tanta precisión, mientras que, por otro lado, la persona que conducía tenía que ser alguien especializado en eso. Por la altura del hombre, era obvio que le dispararon a la señora Lennon en la cabeza y el pecho, y cuando vieron que el señor Lennon reaccionó, no desaprovecharon y salieron huyendo. Es probable que el asesino haya dicho algo en contra de Cynthia antes de asesinarla, pero como dije, el ruido de la lluvia y la confusión de John Lennon no ayudaron en nada para identificarlos. Teniendo eso como en base, todavía no sabía quiénes podían ser estas personas. Era cierto, había muchas personas que querían asesinar a la pobre señora Lennon, pero las posibilidades se habían reducido gracias a la hipotética figura del hombre que yo había armado en mi cabeza.