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Después de que John se fue, se quedó una enorme tensión en cada uno de nosotros, no sabíamos ni que hacer, decir o pensar. Yo propuse tomar un té para calmar las ansias, algo que mis compañeros estuvieron de acuerdo, necesitábamos distraernos en algo que no fuera la posibilidad de que John fuera el asesino, o mejor aún, olvidarnos un poco de esta guerra loca que acaba poco a poco con nuestra paciencia.

Yo sabía que esto iba a pasar, enemigos de nuestras esposas, de nuestros amigos, ¿Qué más podía pasar?

—. ¿Más azúcar, George?—pregunté modesto.

—No... gracias—negó, aun lucía bastante molesto.

Ringo comió un poco de galletas y yo me dispuse a tomar de mi buen té, pero notaba que George no había movido la cuchara para nada y permanecía con una mirada indiferente, de todos, este asunto era lo que más le intrigaba, podía notarlo.

—Eh, bueno y... ¿Qué tal su día de hoy?—cuestioné para que olvidáramos eso de una vez por todas.

—Bien Paul, hasta hoy... bien—Ringo respondió.

Pero de George, nada, seguía con su mirada clavada en mi pared y no estaba dispuesto a hacer nada más, suspiré gratamente, hasta que la verdadera bomba estalló.

—Bebe Ringo, anda, hazlo—le dijo George.

—Harrison, ¿Qué mosco te picó?

—Anda, así podré comprobar si este té está envenenado o no.

—.¿Qué?—fruncí el ceño.

—Ahora que corrimos a tu precioso John del grupo, no dudo que quieras empezar a cobrar venganza por ello.

—George, en serio no te reconozco, ¿Qué te pasa? ¡No somos tus enemigos!

— ¡Ya no sé ni quién es quién!—gritó frustrado— Sólo sé... que aquí ya no amigos para mí.

—George, por favor...—susurré— nadie de nosotros es el asesino intelectual.

— ¡Sólo quiero ganarle a McElfatrick!—chilló— ¡Quiero que Pattie vuelva a casa!

— ¿Y crees que yo no añoro a Jane con todas mis fuerzas? ¡Por supuesto que sí! La extraño cada maldito día, mi hijo está en no sé dónde con una japonesa psicópata, ¡Pero por más mi desesperación que tenga, jamás los juzgaría por eso!

—Claro que no, eres aliado de John, no me sorprendería saber que eres mente maestra de todo esto.

Desde que escuché eso, deduje que George Harold Harrison estaba oficialmente loco y desesperado.

—No jodas...—dije enojado.

—McElfatrick te culpó a John y a ti.

—También a Pattie.

—. ¡Tú tendrías más razones para querer verla muerta! Recuerda que tuviste un affaire con ella.

—. ¡Tú con Jane! ¿Me ves estúpido como para no saberlo?

—Eso es FALSO—George parecía sacar humo por las orejas— ¡Jamás tuve nada con tu mujer! En cambio... si veías a Cynthia a escondidas de tu mujer, ¡Razones tenías de sobra para matarla!

—Por Dios, George... ya basta—dije intranquilo— Creo que lo mejor para todos es que dejes el caso.

—. ¿Y quedarme de brazos cruzados viendo como a mi mujer es esclava de un puto loco? No, gracias.

—. ¡Eres el "Drama King"!—exclamé harto.

—. ¡Y tú eres el asesino de Cynthia! No me extrañaría saber que Jane iba conduciendo y tú disparaste, por eso a tu preciosa esposa le da el "atracón" ¡Porque sabe que la conciencia la carcome viva y no puede vivir sin eso! Tú estás bien porque eres un loco, ¡Loco!

The Beatlegirls 2Where stories live. Discover now