Marcus Shevell

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Aún no puedo creer que esté haciendo esto, Maureen me dio esta idea, creí que era absurda, pero ahora mírenme, soy yo hablándole a una pequeña grabadora.

—Vamos Jane—aún recuerdo sus palabras—, por favor, es una gran idea y moda que pasa entre los Milennials, ¿Por qué no lo intentas?

—Dah...yo ya no soy Milennial, mis arrugas han llegado, yo ya no soy yo, soy una señora vieja y anciana, nada importante.

—Pero tu espíritu no ha envejecido, es más —metió su mano a su bolsillo—, te regalo la grabadora, es muy buena.

— ¿Alguien más la ha usado?

—No, es un regalo de ti para mí.

Y así es como acabaste en mis manos, no tuve que hacer clic para grabar la conversación anterior, simplemente, Maureen ya tenía esto preparado. Bueno, no me enojo, mejor colaboro.

Bueno...eh...EH... ¿Qué puedo decir?

Supongo que me tengo que remontar a un acontecimiento en específico. Tal vez, muchas personas cuando oigan esto, crean que soy una insensible que no demuestra su dolor ante la muerte de mi compañero eterno. La partida de James Paul McCartney me marcó de una manera terrible y profunda. Sólo que no lo quiero sacar a relucir, aunque eso me condene a una vida de juicios incorrectos y señalamientos de perra culpable. No me importa, ellos podrán juzgar, pero nunca entenderán mi auténtico dolor.

Sé que dirán que es una tontería, pero es algo que me duele demasiado, no he dejado de llorar y culparme por todas las cosas que pasaron. Siento que yo tuve la culpa de todo, y aunque no es así, no dejo de llorar, lamentarme, nadie entiende el dolor que siento y no me deja en paz. Lloro y lloro en cada instante y momento, mis ojos no dejan de sacar lágrimas. Esto es un verdadero y auténtico infierno para mí, me siento como la persona más estúpida de la tierra, no tengo ningún momento de felicidad, aunque tenga que entregar todo por mi carrera musical, la verdad, es que me estoy haciendo pedazos a mí misma y no hay nadie que pueda ayudarme.

En fin, algo que me ha ayudado a olvidar un poco la muerte de Paul, es ayudar a causas sociales muy importantes, siento que eso es lo mejor que podría dar, ayudar a los demás, así como Paul ayudó a otros, a mí me gusta hacerlo. Lo he hecho desde hace mucho tiempo, pero nadie entendía mi dolor. Hasta que recordé que tenía a...

—Hola Jane, hace mucho tiempo que no te veía.

Marcus Shevell era un viejo amigo de la familia, más que nada, de Paul, pero no solía aceptarlo ni siquiera hablaba de él. Había estado en un viaje importante de negocios por todo Estados Unidos, es un neoyorquino, judío y millonario (que novedad), yo tampoco le había hecho caso. Pero ahora, fue pura casualidad que lo haya encontrado de esta manera.

—Hola Marcus, ¿Todo bien?

—Sí, no hace mucha falta decir nada. Son principios del nuevo milenio y el mundo va de mal en peor, ¿Qué has hecho?

—Estoy preparando un nuevo disco, tú sabes... que mal que no hayas venido al funeral de Paul.

—Lo sé, era mi mejor amigo—mentiroso, podía notarlo—, aunque no se sintiera muy cómodo de decir que tenía contacto conmigo. Espero que no haya sido por cuestiones racistas o xenófobas.

—No, no, para nada. Desconozco las razones por las que Paul te haya hecho eso, pero sinceramente... no quiero saberlo.

Desde esa pequeña conversación, mi vínculo con Marcus fue creciendo y aumentando radicalmente. Les juro que antes era de... "Ah, hola, que tal". Y ahora no, me sentía en un abismo sin fondo, en un mar de decepciones y profundidad de tristeza. Pero con su llegada fue... como si básicamente, algo en mí había muerto, pero volvió a nacer.

The Beatlegirls 2Where stories live. Discover now