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Aquella noche hubo mucho movimiento en la Fortaleza. Nadie sabía con certeza cómo Ben había entrado y anotado con sangre el misterioso mensaje; de hecho, aún no sabían si aquella sangre era humana o animal. La inquietud se disparó como un proyectil al pasar las horas, y Dylan necesitó la ayuda por parte de Ashton y Stan, los soldados en los que más confiaba de aquél recinto, para mantener la calma a lo largo de la jornada.

Desde los muros hasta el edificio principal se mantenía la tensión. Algunos grupos de exploración, por órdenes de Selina, comenzaron a explorar los alrededores. El rumor de la escritura en el muro se difundió por la Fortaleza tan rápido que incluso una hora después de los hechos, ya todos sabían acerca de tal incidente. Sin embargo, lo que preocupaba a todos no era el hecho de que Ben había actuado demasiado rápido y sin ayuda alguna, sino que no se sabía con exactitud de dónde provenía la sangre. Los médicos que podían hacer la prueba se encontraban, según Dylan, en la Nueva Colonia, y el camino entre una y otra era de por lo menos dos días.

—¿Cuándo comenzaremos el viaje? —le preguntó James a Dylan mientras los dos caminaban por la muralla, seguidos por Selina y Dianne. El resto de los Pasajeros yacían en el búnker principal de la Fortaleza—. Necesitamos movernos, Ben es capaz de atacarnos cuando menos lo esperemos.

—Ben podría destruir la Fortaleza fácilmente —dijo Dylan casi sin inmutarse—. Estoy esperando una señal. Por eso estamos aquí.

—¿Señal de qué? —preguntó Dianne.

—No los puedo enviar a la Nueva Colonia sabiendo que Ben está allá fuera. Necesitarán un poco de ayuda por parte de los colonos —explicó Dylan—. Un amigo mío llamado Liam se encargará de enviarnos una señal por el cielo para indicarnos que el camino está despejado.

—Es un viaje de dos días, ¿no? —inquirió James—. ¿Cómo podrían despejar un camino tan largo?

—No pienso que vayan a pie —Dylan se detuvo y miró al Pasajero.

¿A qué se refería con eso? ¿Había un modo de recorrer grandes distancias en poco tiempo? Claro que las había. Estaban en una Isla que no debería existir, en el corazón mismo del Triángulo de las Bermudas, el punto más enigmático de la Tierra.

—Los portales del Árbol son el único medio de movernos sin correr peligro alguno —indicó Selina.

James y Dianne se miraron. Era obvio, y lo pensaban por el modo en el que la chica lo había dicho, que no se trataba de una broma.

—¿Dijiste portales?

—Yo reaccioné del mismo modo —les sonrió Dylan.

Dylan había mencionado un árbol. ¿Sí lo había hecho? James comenzaba a preguntarse qué tanto había dentro de la Isla. Dentro del Triángulo. Todo podía ser posible, estaban hablando de portales en ese momento. ¿Qué vendría después?

—¿Portales? —repitió Dianne—. ¿Así cómo...?

—No son portales circulares, con efectos especiales —dijo Selina.

—Se mueven por los interiores de la Isla, de un lado a otro, como una red de cables —corroboró Dylan.

—¿Por los interiores de...? —Dianne se quedó pasmada.

James, por lo contrario, parecía sentirse demasiado chistoso.

—Me gustaría saber cómo reaccionaría Max con esto...

—¿PORTALES? —Max gritó con cierta emoción en sus palabras, mirando con rapidez a todos los presentes—. ¿PORTALES? De esos... de las películas... ¿esos? ¿Así cómo en X-Men, Días del Futuro Pasado? ¡No! ¡Están mejores los de...! ¡No, esos no! ¿Han visto El Planeta de Tesoro? ¡Tiene un portal en forma de triángulo! ¿No será el mismo? ¡Yo...! ¡Quiero, quiero, quiero!

Travesia [Pasajeros #2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora