Mucho frío. Pero nada que él no pudiera resolver. La enredó entre sus brazos y la sacó del Mustang cargándola entre ellos.
- No mires. - le pidió. Karol escondió su rostro en el pecho de Ruggero. Sin mentir, no había visto absolutamente nada en el camino. Quería mantener la intriga hasta el último minuto.
- ¿Dónde estamos? - le preguntó ansiosa.
- ¡Shhh! - bufó Ruggero. - No quiero que nadie escuche que estamos aquí… y que en los próximos minutos vamos a…
Las mejillas de Karol enrojecieron. Su cuerpo entero se vio envuelto en un espasmo que le calentó hasta el alma. Mordió ligeramente sus labios. Lo único que podía sentir de todo eso, era el aire frío que corría por sus piernas descubiertas. Por suerte, se había quitado los tacones y los había dejado en el auto de Ruggero.
- Te va a gustar mucho gatita… - susurró él. Karol apretó su cuello. Una pequeña y tonta sonrisa salió de sus labios totalmente imprevista. Poco a poco, fue sintiendo como Ruggero se desprendía de su cuerpo dejándolo sobre una base húmeda. Abrió los ojos y notó en donde se encontraba. Campo Marte. Soltó aire y miró a su alrededor. Tenía la torre Eiffel en frente suyo. La inmensidad de esta hizo que entreabriera los labios, totalmente sorprendida. A su alrededor, un inmenso jardín. Y a su lado, unos labios le besaban el cuello suavemente. Mordiéndoselo. - Bonito…¿no? - le dijo. Ella asintió, aún sin encontrar palabras. La vista era maravillosa. El clima y él… lo eran. - Dicen que las chicas sueñan con venir aquí.
- Eso dicen… - logró vocalizar ella.
- No fue difícil… ¿te ha gustado? - Ruggero enarcó una ceja tímidamente, esperando su respuesta. Mojó sus labios en la espera.
- Sí. - asintió ella. - ¿Y es seguro? - se miraron. Ruggero no pudo evitar sonreír ante su pregunta.
- Nadie nos escuchará.
Karol se rio fuertemente y se tumbó sobre el césped. Ruggero en cambio, solo decidió quedarse observándola. Lo bonita que era. Lo bonita que se veía cuando sonreía. Cuando sonreía para él. Cuando pestañeaba y suspiraba lentamente mientras seguramente pensaba… ¿en qué momento había pasado todo esto? De un momento a otro, estaban en Paris, frente a la torre Effiel… y eran otros… diferentes…
- ¿Y qué has aprendido? - preguntó él, acostándose a su lado. Pudo compartir la vista que ella tenía. Un cielo lleno de estrellas. Un aire frío en todo su cuerpo. Y el corazón latiendo duro, como siempre cuando ella estaba ahí.
- ¿Sobre qué? - inquirió Karol.
- En Tentation.
- Pues en dos semanas he aprendido más de lo que muchos…
- Vaya, que aplicada.
- Lo sé.
Ella sonrió y acercó su cabeza hacia el hombro de Ruggero. Se posicionó sobre ella. Ruggero giró la mirada. Karol estaba jodidamente preciosa esa noche…
- Yo solo aprendí a manejar armas ahí… y golpear, ya sabes… era triste, a Mike siempre lo escogían como mi compañero. - una sonrisa seca. La imagen de su mejor amigo se le vino a la memoria. Pero unas pequeñas manos le acariciaron el hombro… - Era un desastre. - sonrió. - ¿Has aprendido francés?
- Algunas palabras…
- ¿Cómo cuáles?
- No lo sé…como… - giró el cuerpo y logró hacer que sus labios chocaran con la oreja de Ruggero. Susurró algo en su oído, excitándolo de una manera descomunal. - me faire l’amour… - dijo con un acento francés tan estremecedor y sensual.