Cerró la puerta tras él. Se quitó la camisa botón por botón, mirando fijamente la pared opuesta en donde ella se encontraba recostada. La camisa de Ruggero cayó al suelo. Y lo mismo pasó con la sudadera que traía también. Desabrochó sus pantalones y los dejó sueltos. Con un poco de esfuerzo, tuvo que prometerse así mismo no follar a su novia todavía. Le debía muchas explicaciones, así que debía tranquilizarse antes de empezar a perder el control. Relamió los labios, ese hábito volvía loco a cualquiera. Y Karol no era la excepción. Semidesnudo, caminó a pasos rápidos hasta la pared opuesta, llegando a ella rápidamente. Estampó sus manos en aquella pared. Una continua a la otra, pero dejando un espacio en el que se encontraba el rostro de Karol. Bajó la mirada y observó el lazo que Karol le había hecho al albornoz. Se inclinó. Abrió un poco la boca y jaló con los dientes la tira más grande de este, desapareciendo el lazo y abriendo el albornoz. Relamió un poco más los labios e hizo que estos brillaran. No podía describir como se sentía en ese momento. Tenía la vista nublada y el cuerpo a flor de piel. Sus ganas de follarla duro habían aumentado día a día. ¿Hace cuánto no hacían el amor como antes? Lo de hoy en la mañana, había sido solo una muestra de cuan desesperado estaba por hacérselo. Y ahora, viéndola en ese deminuto hilo.
- Todo está muy bonito… - le dijo antes de besarla y perder el control de sus actos. Sabía que Karol quería escucharle decir eso.
- Quería cenar contigo ¿sabes? He preparado todo, y no sabes cuánto me costó. - desvió la mirada, ligeramente cabreada. - Pero creo que ahora mismo Agus ha de estar comiéndose todo.
- Está precioso gatita. De verdad. - intentó alcanzarle los labios con los suyos, pero ella se hizo para atrás. - No he podido decirle que no a Agus, mañana cumple años… y no tiene a nadie más que a mí y a Jorge.
- ¿Y dónde está Jorge?
- Dice que no lo ha ubicado desde entonces.
- ¿No podía quedarse en un hotel?
- Créeme… yo más que nadie quiero eso.
Karol soltó un suspiro. El mal humor se le había pasado. No lo sentía más. En cambio, ahora solo quería continuar con lo que desde un comienzo había querido.
- Se supone que hoy sería nuestra noche… - dijo acariciando el torso desnudo de su novio con delicadeza. El tacto de sus manos hizo que Ruggero se excitara aún más. Era totalmente delicioso.
- Lo sé princesa… perdóname, no sabía que estabas planeando todo esto para nosotros.
- Tenía muchas ganas de sorprenderte. – susurró ella en un tono sutil.
- Y lo has hecho, te lo juro.
- ¿En serio?
- Sí mi amor, cuando vine pensé que habías preparado esto para alguien más. - ambos rieron.
Karol negó con la cabeza y se concentró en los bonitos ojos cafés de Ruggero.
- Lástima que ahora no podamos hacer todo lo que tenía preparado. - le dijo mirándolo inocentemente. Pero a la misma vez, una chispa de fuego se encendió en su mirada, que poco a poco se prolongó en ambos cuerpos.
- ¿Quién dijo que no? - Ruggero enarcó una ceja. - Que Agus esté aquí no cambia las cosas. - su boca besó el cuello de Karol con desesperación. El aroma de su piel le ponía tanto… - Quiero hacértelo Karol, me tienes jodidamente duro… - se relamió los labios una vez más y apretó el cuerpo de ella con el suyo. Ella soltó un gemido. Estaba tan pegada a la pared que apenas podía articular palabra. Pero algo más duro que la pared misma la hacía estremecerse. Algo que tenía delante de ella.